Un alto directivo de una compañía eléctrica anunció hace tiempo: «La luz tiene que subir bastante, está demasiado barata». Durante un tiempo pareció que erraba; ... salvo altibajos, todo quedaba más o menos en niveles soportables. Ahora, en cambio, los precios de la electricidad están desbocados. Tenía razón. Lo han conseguido. Y a lo grande. Aunque, para enmascarar la situación prefieran decir que «es el mercado». Ya, pero ¿qué mercado?, ¿quiénes acuden realmente a ese mercado bajo el que se ampara un encarecimiento desorbitado? Los usuarios no, desde luego.

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Desde el Gobierno se lanzan ideas contradictorias, según el día y el lado del que procedan. Que si habría que nacionalizar la electricidad, que si convendría una empresa pública que se quedara las centrales hidroeléctricas, que si depende de coyunturas internacionales, que si el Gobierno tiene poco margen para actuar en un mercado que se supone libre...

Nos dijeron que la liberación del mercado eléctrico supondría nuestra felicidad eterna, pero ni se liberalizó de verdad lo que decían ni lo hecho ha resultado en bondad económica real. Los resultados son palpables y están pillando a muchos por sorpresa y en plenas vacaciones, pero conforme llegan los recibos mensuales y las nuevas propuestas de precios para renovar contratos que vencen se multiplica la indignación. Lo de menos a estas alturas ya es lo que representa el radical cambio de sistema tarifario a partir del 1 de junio que estableció Competencia. La noticia fuerte es que los nuevos precios que imponen las eléctricas representan aumentos escandalosos de entre el 20% y el 45%, con el añadido de los peajes y cargos del sistema, más impuestos, y para todo un año. «Es que el mercado está como está», se excusa el ofertante. ¿Quién es el mercado», ¿quiénes acuden a ese mercado? ¿Dónde está Competencia?

El encarecimiento de la electricidad alcanza niveles de escándalo y repercutirá en subidas de todos los precios

Ese mercado omnipotente que está tan alto tiene una regla de funcionamiento que como mínimo nos suena de lo más extraña y que es la que propicia que todo vaya al alza, sin que nadie lo frene. El precio al que se cotice el kilowatio más caro marca los precios de todos los demás. Como lo más caro es generar con gas, aunque la cantidad sea mínima, ese precio 'de mercado' marca los de generación hidráulica, solar, nuclear..., muchísimo más baratos. Es como si el último pan del día subastado por el panadero marcara lo que debemos pagarle por todos los demás del día. Así el panadero ya sabe cuántos panes ha de ofrecer. Pero el Gobierno no actúa, dice que no hay margen. El margen se lo llevan a lo grande las compañías, haciendo su agosto. Y luego irá repercutiendo sobre todo. Al loro, que viene gran tormenta.

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