Urgente La CV-35 y la A-7, colapsadas este lunes con más de 18 kilómetros de atascos

El propio debate sobre cómo debe ser la conexión entre el Marítimo y Valencia demuestra que hay un problema. Y no es el de la ... comunicación entre una parte y otra de la ciudad. Sino la constatación de que se sigue considerando que el Marítimo es una cosa y Valencia otra. Resultado histórico de una ciudad fluvial que, no obstante, tiene en el litoral no sólo uno de sus mayores atractivos sino unas enormes posibilidades de futuro. Si se lo cree, por supuesto. Que ese es el verdadero problema, que no se lo cree. Por eso, hace años, apostó por el eje de la pista de Ademuz (Cortes Valencianas) como emplazamiento del Palacio de Congresos de Norman Foster, cuyo lugar ideal hubiera sido junto al mar, en la playa, en ese enorme solar frente al hotel Las Arenas que sigue esperando un destino. Y por eso en la Marina se avanza a paso de tortuga, lo que provoca la desesperación e irritación de los empresarios impulsores de proyectos. En el Puerto siguen esperando para iniciar la segunda fase de la ampliación Norte. El PAI del Grao está igual que se quedó en 2015, cuando se produjo el cambio en el ayuntamiento. Y hasta el el pomposamente denominado 'Museo del Mar' se han parado las obras, otra señal de la forma de gestionar del equipo de gobierno de Ribó (en realidad, sería más correcto hablar de la forma de no gestionar). Con todos estos deberes pendientes a nadie puede sorprender que también esté por hacer la prolongación del soterramiento de las vías del tren de Serrería, infraestructura imprescindible para acabar con el histórico 'cinturón de hierro'. El paso a nivel de la avenida del Puerto tuvo que esperar hasta la década de los noventa del pasado siglo para pasar a ser una imagen del pasado. La avenida de Francia y la Alameda se ven interrumpidas por las vías del ferrocarril en su tránsito hacia el mar. La clave, por lo tanto, está en acabar los proyectos pendientes, especialmente los estratégicos, los que pueden ayudar a cambiar por completo la fisonomía de Valencia y a conseguir que además de una ciudad fluvial -con un río seco y verde que la recorre de Oeste a Este, una maravilla que articula y oxigena la mayor parte de sus barrios- pueda ser una ciudad marítima. Una vocación que ahora mismo no está en el imaginario del ayuntamiento riboniano. Por eso, lo de volver a acoger una Copa América no les hizo la menor ilusión (no hay más que recordar que acabó marchándose a Barcelona). Y por eso, hasta que los empresarios dan un golpe en la mesa no se ponen las pilas y agilizan la tramitación que permitirá ampliar la Marina de Empresas. Porque siguen pensando en el Marítimo y Valencia, separados, cuando el Marítimo es Valencia.

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