Volveremos al café, al almuerzo y las comidas en bares y restaurantes. Regresaremos a la vida en las calles de toda la Comunitat, los reencuentros, las conversaciones triviales, las más profundas. También recuperaremos la rabia por la gente que lo está pasando mal, los negocios que han desaparecido y los autónomos que no pueden hacer frente a las cuotas que acaba de subir el Gobierno.

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Y, sobre todo, la bofetada de realidad por aquellos que la pandemia se ha llevado por delante sin enterarnos hasta que comprobemos que no acuden a ese café que hace casi un año nos servía para desconectar unos momentos del trabajo en la oficina.

Nos daremos cuenta de que la mascarilla ha desdibujado y borrado rostros amigos. Mientras, otros (que viven ajenos a lo que ocurren y con un salario seguro que pagamos todos), se plantean manifestaciones para conmemorar el Día de la Mujer el próximo 8 de marzo.

¿Es imprescindible volver a caer en el mismo error que hace 12 meses y elevar la curva de contagios en nuestra Comunitat y fuera de ella?. ¿Es prioritario que se utilice a la mujer como pretexto para salir a las calles y sacar rédito político como ya ocurrió?

Lo realmente urgente e importante es que lleguen las vacunas para todos, que la gente pueda trabajar y comer todos los días, que abran los negocios y se contraten trabajadores para salvar la economía. Las concentraciones y manifestaciones, necesarias en democracia, vendrán después y esperemos que no ocurra como en la de ayer en Teulada.

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Más de 50 dirigentes de Compromís y del Partido Socialista se reunieron con mascarilla para protestar por la moción de censura pero en algunos momentos saltándose la distancia de seguridad. Así que mientras las cosas van volviendo poco a poco y vamos recuperando lo cotidiano, otras siguen como siempre.

Más de lo mismo.

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