Mata ¿dirección Valencia?

Cuando Ximo Puig dice que le preocupan más algunos congresos locales que los provinciales de su partido, no trata de desviar la atención. A lo que el líder de los socialistas valencianos se refiere, y con razón, es al hecho de que la situación del PSPV en algunas grandes ciudades requiere de medidas urgentes. Y esa cirugía fina debe de aplicarse antes de las elecciones de 2023. En Valencia, por ejemplo, la lista encabezada por Manolo Mata logró casi 90.000 votos en las últimas elecciones autonómicas. Un mes después, en las municipales, Sandra Gómez no superó los 75.000 apoyos en la capital. No se trata únicamente de una diferencia de 15.000 sufragios. Lo realmente significativo es que la lista municipal, en lugar de 'tirar' de la candidatura autonómica de Puig si hubieran coincidido ambos comicios, se habría quedado por detrás. Eran, es verdad, elecciones diferentes en momentos diferentes. Las autonómicas coincidieron con las generales -para eso las adelantó Puig- y en cambio las municipales fueron de la mano de las europeas, casi más un lastre que un aliciente de cara a la participación. Pero los números son los números y, con un mes de diferencia, 15.000 votantes socialistas de la ciudad de Valencia decidieron quedarse en sus casas. Por algo sería.

En todo caso, las próximas elecciones autonómicas sí que parecen llamadas a coincidir con las municipales el 28 de mayo de 2023. La desigual simpatía existente en el territorio valenciano hacia el proyecto autonómico desaconseja, más a la izquierda que a la derecha, la idea de unos comicios autonómicos en solitario que quizá podrían tener una participación más que escasa en alguna circunscripción. Sumarlas a las municipales reduce ese riesgo, además de permitir a los candidatos autonómicos apoyarse en los aspirantes de su partido a cada alcaldía. Apoyarse, claro está, en el caso de que ese candidato sume más que el propio aspirante a la Generalitat. Porque si es justo al revés, poco apoyo le reportará. Ni que decir tiene que conseguir ese escenario es tanto más importante cuanto más votos tenga el municipio en cuestión. Y en la Comunitat Valenciana el privilegio de ocupar la primera posición en cuanto a población se refiere recae en el cap i casal.

De manera que Puig tiene sobre la mesa la posibilidad de propiciar o no cambios al frente del partido que ahora lidera Sandra Gómez. Porque precisamente a la ciudad de Valencia va dirigida esa preocupación del líder del partido. Las autonómicas de 2023 se perfilan como unas elecciones apretadas, en las que la actual hegemonía de la izquierda se ve amenazada por la pujanza del PP valenciano y de Vox. Quizá la mayoría vaya de unos pocos miles de votos. Y Puig no puede renunciar a ninguno.

La labor de Sandra Gómez, de complicada visibilidad en un gobierno de coalición en el que no se ocupa la alcaldía, recibe críticas desde su propio partido. Incluso se atribuye a Puig un distanciamiento cada vez mayor con la joven (36 años) dirigente socialista. El caso es que Gómez no tiene asegurada la candidatura a la alcaldía en los próximos comicios. Y en la carrera por optar a sustituirla comienzan a aparecer nombres y a intuirse maniobras. Manolo Mata publicó en redes sociales esta semana un recordatorio de las primarias que hace 11 años le enfrentaron a Joan Calabuig, y de las que salió derrotado. ¡No pudo ser!, escribió. A Mata, al que se ve cada vez más fuera de Les Corts, no tardaron en salirle compañeros y amigos que le animaron a intentar de nuevo optar a la alcaldía. 'Nunca digas nunca jamás', le escribió Andrés Perelló. Guarden el nombre, sólo por si acaso.