Los mayores y el uso del móvil

Entre los 65 y 74 años los mayores usan ya un móvil inteligente en un 98% (estadística del INE). Hay quien se resiste y se queja, como hizo Arturo Pérez Reverte en las páginas del XL Semanal despotricando y maldiciendo porque «le tienen acorralado»: es imposible, según dice, viajar en avión, reservar una entrada de cine y, por la pandemia, leer el menú de un restaurante, si no tienes un maldito smartphone.

Dejando aparte a personas como Pérez Reverte y Miguel Ángel Revilla (que también presume de móvil sin Internet), lo cierto es que la mayoría de nosotros usamos un móvil conectado con un servicio de datos para acceder, por ejemplo, a la mensajería Whatsapp. Esta aplicación es utilizada por más del 90% de los españoles. Hay muchos mayores que encuentran en los grupos familiares y de amigos un canal imprescindible de comunicación, alegría y consuelo: es sin duda una fuente de cotilleo familiar.

Usamos el móvil para hacer fotos, leer la prensa, buscar información de lugares, productos, personas y conceptos. Nos quejamos de que puede llegar a ser adictivo: tienes en la mano un dispositivo que es una ventana al mundo y al entretenimiento y a menudo no podemos parar de usarlo. Te acerca lo lejano, pero también te aleja lo cercano.

Muchos mayores usan el móvil ya para las citas con el médico: reservar y recibir confirmación e información esencial para la salud.

Pero ha llegado un momento en que parece que tenemos que usarlo para 'todo' y de una forma casi obligatoria. Como esas citas previas para que te atiendan en el ayuntamiento, en Hacienda, en la Seguridad Social para la pensión o en dependencias de la Generalitat. Y más vale que lo hagas por Internet o por el móvil porque a menudo es imposible conectar por teléfono. Y esto queda dicho para las administraciones y entidades públicas, pero las empresas privadas no se quedan atrás en exigir el móvil. ¿Qué me dicen de los bancos? Tan seria es la desatención a los mayores por las entidades financiaras que el valenciano Carlos San Juan, con su campaña 'soy mayor, no idiota', está luchando contra la digitalización obligada y ha sido galardonado con el Premio Ciudadano Europeo y el Premio Valenciano Siglo XXI de LAS PROVINCIAS.

Hace 12 años casi nadie usaba Internet con el móvil. En estas mismas páginas en 2010 escribí asegurando que muy pronto los lectores usarían Internet en el móvil. Parecía difícil de creerlo porque hacía menos de dos años que los primeros iPhone y Android se habían empezado a vender en España y apenas un 15% los usaba. Eran tiempos en los que el bono de datos mensual me costaba 15€ para una capacidad de 0,002 GB (es decir 2 MB). Hoy por la mitad de ese dinero tengo un contrato con 5.000 veces más capacidad, y que encima incluye llamadas ilimitadas de voz y roaming en la Unión Europea. No conozco servicio ni tecnología que hayan progresado de una forma semejante. Estamos de enhorabuena.

Pero hay una brecha digital continua entre jóvenes y mayores, más grande aún que la brecha entre pudientes y pobres. Hay aplicaciones y redes sociales cada vez con un lenguaje y una dinámica más compleja para la mente, para los reflejos y la vista de una persona madura. Estamos en inferioridad de oportunidades.

Yo pienso que los mayores, si mantenemos curiosidad, con algo de ayuda técnica de asistentes familiares o profesionales para que nos configuren y arranquen aplicaciones nuevas, podemos conseguir mucha destreza. Hay ya un 29% de mayores entre 65 y 74 años de la Comunitat Valenciana que compran en Internet con el móvil.

Serán tiempos asombrosos, ya se intuye que el móvil es una ventana para usar la inteligencia artificial, lo que hará que ésta pueda estar disponible para el más común de los mortales.

La democratización del uso práctico de la inteligencia artificial en tareas cotidianas proporcionará avances prodigiosos en mi opinión. Pero de eso hablaremos otro día.

Mientras tanto, Feliz Navidad y 2023.