Mazón empieza a ser un chico malo
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A los gurús especializados en la creación de un relato sobre la importancia de la figura del líder político se les hace la boca agua ... con los índices de popularidad. La percepción de la gente sobre mengano o fulano. Para que la ciudadanía opine sobre ti, lo primero es saber que existes. Así que todo el tinglado relacionado con la demoscopia se basa en la idea de popularizar a los dirigentes políticos, y luego analizar percepciones. Muy acorde con estos tiempos de hiperliderazgos y con fórmulas políticas completamente ajenas a la española. En Estados Unidos, cuna de toda teoría político-demoscópica que se precie, los partidos pintan lo que un cero a la izquierda. Se vota a mengano, petano, fulano o quien sea, bastante al margen de si son republicanos o demócratas. Por estos lares, la cosa es bien distinta. El PSPV hubiera ganado en 2015 aunque su candidato fuera una escoba. Era lo que tocaba. Así, Juanma Moreno Bonilla tenía muchos números para ganar y ahora para arrasar. Lo de Ayuso es más un fenómeno personal, pero es que Madrid es, en sí mismo, una cosa fenomenal. Así pues, el dirigente del PP en la Comunitat, Carlos Mazón, tiene muchas papeletas para ganar en 2023. Durante un año, esa posibilidad era más o menos factible pero no segura. Ahora es más probable. Así que en el Consell han decidido darle cobertura.
Oltra no hablaba mucho de Mazón. Prácticamente nada. Tampoco de Bonig. Era un silenciamiento consciente. La exvicepresidenta, de un partido pequeño, sí le debía mucho a su popularidad, pues Compromís no es una marca sociológicamente tan arraigada como PP y PSPV. Puig tampoco le ha dado mucha bola a Mazón. Ni para bien ni para mal. Sin embargo, el presidente de la Generalitat ya ha comenzado a tener a los populares como uno de sus temas preferidos. Jefe del Consell y jefe de la oposición, fiscalizador de la gestión del PP valenciano (la de hace siete años, como poco) y la de los populares de otras regiones. Y a la nueva vicepresidenta, Aitana Mas, le ha faltado tiempo para darle a Mazón su papel, el de chico malo. El líder del PP ya puede ponerse bien contento. Es un punto de inflexión. Ha entrado en el catálogo de las críticas de sus rivales y de los altos cargos del Consell. Es una señal de que le miran con un recelo que impide la continencia verbal. A Mas le interesa, también, hablar mucho de Mazón, alicantino como ella, una zona donde Compromís está canino. Para Mazón, que sugiere no querer echarse una siesta hasta mayo, todo esto es miel sobre hojuelas. Viento de popa, subido a la ola y el Consell señalándole como el enemigo de sus políticas. Para qué más, señora Mas.
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