Si de 'delitos políticos' habláramos, hace tiempo que Mónica Oltra debería estar cumpliendo 'condena política'. Y sobre todo, Oltra debería dimitir porque así lo exige ... Oltra. Porque así lo ha reclamado ella durante años, pidiendo el colmo de la ejemplaridad a todos los políticos. Llevando a la máxima expresión aquello de 'la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo'. Y si no, debe apartarse, aunque el 'Cesar Puig' por ahora sólo lo pida con la boca muy pequeña (qué gran momento para demostrar altura política está perdiendo el presidente de la Generalitat...). Pero no sólo Oltra debería marcharse por la propia Oltra. Es que la irresponsabilidad política que acumula en infinidad de cuestiones es enorme, más allá de que algún día pueda existir o no una responsabilidad penal por supuestamente ocultar los abusos de su exmarido sobre una menor.
Empecemos por el primer antecedente. «La sociedad valenciana no deja a nadie a la deriva». Allá por 2018, la salvadora de personas Mónica Oltra abría las puertas de la Comunitat a los más de 600 inmigrantes que viajaban sin puerto en el Aquarius. Buen gesto, porque en el navío les esperaba una muerte segura. Pero la vicepresidenta se arrogó un papel que no les correspondía. La de dar cobijo de continuidad a los desplazados. De hecho, los datos ahí están. De los 374 que llamaron a la puerta del Estado español para lograr papeles y su condición de refugiados, sólo 58 lo han conseguido. El resto sigue a la deriva. ¿Qué hizo Oltra además de poner delante de los inmigrantes un espejismo? Nada más.
Segundo 'delito político' cometido por Oltra. De nuevo con los menores y los abusos de por medio. «Si no consientes, vas a chupar pollas toda la vida». La bestial frase fue pronunciada por la vicepresidenta de todos los valencianos en el mismísimo estrado de Les Corts. Con ella hacía referencia al monitor de un centro de menores de Segorbe al que puso en el punto de mira de unos abusos sexuales a una menor de 17 años. Dio su nombre de pila. Y dijo que había sido concejal del municipio castellonense. Por supuesto, no de su partido, porque entonces habría hecho suya la frase que ayer sonó en la infame fiesta de Compromís en el viejo cauce: «si nos tocan a una, nos tocan a todas». La máxima parece que no sirvió para la menor de la que abuso su exmarido. Lástima de distintos raseros. Pero es que, en el caso de Segorbe, el monitor, que fue señalado en un municipio con apenas 8.000 habitantes y que perdió su empleo, acabó siendo absuelto. ¿Se disculpó Oltra? ¿Asumió alguna responsabilidad por acusar de un delito a un ciudadano desde Les Corts? Cero. La verdad soy yo, le faltó soltar, como dijo el viernes en la vergonzosa rueda de prensa en la que incluyó a la Fiscalía y al Tribunal Superior en la «cacería de la extrema derecha».
Tercer 'delito político' de la vicepresidenta. De nuevo con el centro de menores de Segorbe como escenario. Dar comida caducada, hacerles recoger alimentos de contenedores, duchas con agua fría, malos tratos... Es el rosario de acusaciones que la propia Oltrá lanzó sobre las Terciarias Capuchinas que cuidaban a chavales en el centro. Parapetada tras una inspección de su conselleria y con denuncia. Los niños acabaron siendo sacados del lugar. Entre llantos. Las monjas perdieron la concesión. Hasta que el juzgado les absolvió. Otra vez ni media disculpa de la vicepresidenta. Otra vez agarrada a su poltrona. Reincidente en irresponsabilidades políticas.
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