Mark Zuckerberg cambió el nombre de 'Facebook' por el de 'Meta' con la finalidad de identificarse con la galaxia a la que se dirigen las ... nuevas tecnologías: el 'Metaverso'. Es uno de los focos de la innovación tecnológica donde se orientan las nuevas profesiones, las nuevas enseñanzas y los nuevos modelos de sociedad. Después de la revolución de Internet, la nueva revolución tecnológica viene marcada por el protagonismo de la Infosfera, esto es, el universo múltiple (multi-verso) donde se producirá la convergencia entre lo digital y lo real, lo virtual y lo físico, lo imaginario y lo corporal. A primera vista, se nos presenta como un continente desconocido donde podremos tener nuevas identidades (avatares), participar simultáneamente en numerosas actividades, compartir reuniones sin desplazarnos, trabajar en multitud de oficinas sin soportar los desplazamientos y hasta negociar la compra de bienes virtuales de todo tipo (criptoeconomía), desde obras de arte hasta parcelas junto a frondosos bosques, verdes praderas y relajantes ríos virtuales.
A través de nuevos dispositivos que se están experimentando como gafas de realidad virtual, pantallas holográficas, cascos, consolas o trajes adaptados para esta novedosa interacción comunicativa, accederemos a un mundo nuevo que está siendo descrito con adjetivos sorprendentes. Será híbrido, sincrónico, criptovirtual, inmersivo, disruptivo, progrediente y, agárrense porque vienen curvas, anómico y adictivo. Con estos dos adjetivos comienza lo deshumanizador porque con el metaverso no sólo tenemos llave para acceder a juegos, exposiciones, conciertos, bienes, aprendizajes, reuniones o infinidad de experiencias valiosas, sino que las empresas de tecnología que facilitan las herramientas o los estados que las autorizan, accederán a nuestra privacidad y mundo interior. La llegada del metaverso anuncia aventuras nuevas que emprendemos nosotros mismos y damos la llave de la puerta para que empresas y estados nos domestiquen mejor, es decir, determinen nuestra atención, tengan más datos de nosotros, modulen la sensibilidad y troquelen la plasticidad de nuestro cerebro.
Aunque se abren oportunidades en numerosos ámbitos, también se incrementan los riesgos para personas y grupos vulnerables, sobre todo los menores. En algunos países se han emprendido iniciativas legislativas para regular la transparencia, consentimiento y responsabilidad porque está comprobado el impacto emocional, cognitivo y adictivo. No sólo para enganchar a los niños y extraer su información, sino para enganchar a los adultos y condicionar sus capacidades. En algún momento tendremos que empezar a lidiar con la deshumanización del metaverso y la idiotización digital. Más vale prevenir que curar.
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