Ya no me quedan fuerzas, ni ganas, ni ilusión, ya no tengo palabras para expresar lo que siento. Ya sólo tengo miedo. Sabíamos que iba a ser una temporada difícil y que nuestro objetivo era la permanencia y con eso, desgraciadamente, nos conformábamos, pero lo que no imaginábamos es que iba a ser un final de temporada agónico. Un punto más, y gracias, ante un Alavés que hacía veinte años que no ganaba en Mestalla, pero, claro, tenía que ser este año. Y así vamos, rascando puntito a puntito a la desesperada y esperando que haya tres peores que nosotros. Si tenemos unos mandatarios que no nos merecemos también tenemos un entrenador que no merece entrenar a un equipo como el Valencia. Hace ya semanas que Gracia debería haber abandonado el club pero como parece que los de Meriton se alegran de nuestros fracasos y no quieren nuestras victorias, ahí lo mantienen hasta que acabe la temporada. Es la desidia y la indiferencia elevada al máximo. Sin ningún tipo de relación y una nula comunicación se aguantan los unos a los otros esperando que esto acabe. Es inevitable que la inestabilidad institucional afecte a lo deportivo. Los jugadores no son ajenos al drama que se está viviendo alrededor del club. Pero son ellos y sólo ellos, porque nosotros no podemos estar, los que tienen que sacar esto adelante. Decía Gayà, nuestro capitán, al acabar el partido que necesitaban a la afición y que no quería mirar hacia abajo. Y le entiendo porque es uno de los nuestros y ese sentimiento lo compartimos todos. Esa llamada desesperada refleja el momento crítico que atravesamos. Quedan 5 partidos y no podemos depender de lo que suceda en el último contra el Huesca. No debemos llegar allí con la soga al cuello. Sí se puede, este equipo no es peor que muchos y ahora más que nunca hay que inflarles de optimismo y cariño. Hagamos un último esfuerzo, rememos juntos este tramo final y los que tengan fe que recen mucho que también va a hacer falta que desde arriba nos echen una manita. Hace algunos años, a estas alturas de la temporada estaríamos pensando con pena que ya se acaba la Liga, que ha pasado muy rápido o que no volveremos a Mestalla hasta finales de agosto, pero este año nuestro único pensamiento es que esto acabe cuanto antes. Bueno, el único no. Después de tanto tiempo hay muchos deseos por cumplir. Quiero volver a Mestalla, paseando desde casa como solíamos hacer, quiero volver a animar a mi equipo, abrazarme a nuestros vecinos de butaca y estrenar una nueva funda para el asiento que me he hecho durante la pandemia, pero, sobre todo, quiero que al girarme al palco no haya nadie de Meriton que nos mande callar.
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