Buscamos repartidores de publicidad con experiencia. Para días sueltos con posibilidad de incorporación en plantilla. Disponibilidad para viajar, móvil activo con datos indispensable. 30€/8 horas, posibilidad de aumentar a 35 ó 40, según valía». Hay infinidad de propuestas similares poblando las bolsas de empleo: «Niñera durante siete horas al día por… Chan Chan ¡200 eurazos! A un poco más de 1€/hora. El abono para ir hasta allí lo descuentas del sueldazo». Alejandra de la Fuente, una joven periodista ha decidido dar caza a estos fraudes que no aparecen en el directorio de Inspección del Ministerio. No sólo para delatar lo que esconden. También para expoliar esa retórica eufemística de las cifras -macro- hablando en el lenguaje en plata -micro- cristalino de la calle: «En Vallecas buscan una administrativa. Pagan 500€ por 31 horas a la semana, a 4€ la hora. El piso más barato en la zona es de 500€ y la habitación más barata de 200€. Suma gastos y después si eso vive». Esta sucesión de saldos cose el hilo de la cuenta tuitera 'Mierda Jobs', escaparate de la subasta en la que una mayoría de los 3.202.509 parados registrados hoy están abocados a pujar en la cuarta economía de la zona euro. Sí, España: medalla de plata -casi rozando el oro de Grecia- en desempleo de la Unión Europea. Hay más. Tres de cada cuatro jóvenes son asalariados con fecha de caducidad. Sí, también en España. Nuestro país es líder indiscutible de la tabla de los 28 con un insuperable 73% en el índice de contratación por horas, por días, por semanas o, en el mejor de los casos, por meses. Precariedad y temporalidad: dos caras de la misma moneda de la incertidumbre.

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David Graeber, uno de los líderes intelectuales del Occupy Wall Street, acaba de publicar 'Trabajos de mierda'. Una provocadora teoría sobre lo que denomina el fenómeno de la 'mierdificación' como consecuencia de la profunda burocratización de las organizaciones empresariales en las que los individuos, autómatas, pierden la noción de la utilidad del oficio que desempeñan. Por un lado, el antropólogo desgrana ácida y metafóricamente el abanico de categorías laborales que componen los 'bullshit jobs': desde la base piramidal de los «lacayos» a la cúspide de los «supervisores» pasando por los «matones» que actúan como el gánster de la oficina. Por otro lado, los encasillados en 'shit jobs' desempeñan tareas necesarias para la sociedad, sin las que sería insostenible el Estado del bienestar, que son remuneradas con sueldos basura. Un cóctel que acerca peligrosamente a los humanos del siglo XXI a la caverna de la esclavitud que los británicos comenzaron a prohibir allá por el siglo XIX. La brecha estructural de esos vergonzosos vicios necesita más garantías que un SMI (Salario Mínimo Interprofesional) de 900€. Porque el trabajo es el principal quebradero de cabeza de los españoles. Porque un 60,7% de encuestados, según el último barómetro del CIS, está gritando 'basta ya' de humillar y degradar la dignidad de las personas que solo buscan un contrato decente.

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