Después de dos semanas seguidas con plenos de Les Corts, es evidente que se está dando aquello que tanto temía el presidente de la Generalitat, Ximo Puig: la recentralización. Paradójicamente, uno de los artífices de esa mirada hacia la meseta es el propio Puig.El jefe del Consell menta el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) cada vez que contesta a cualquiera de los grupos parlamentarios. Al presidente le hablan de Música, y les reprocha al interlocutor que no apoye la subida de sueldos. Al presidente le reprochan el color de un logotipo responde afeando la resistencia a mejorar el SMI.
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Al presidente le dicen que el pulso de la Generalitat es el de un octogenario, y replica recordando que el futuro presupuesto del Estado necesita de votos. Los reproches, dimes y diretes hacia Puig son también un decir. Porque en las sesiones de control de lo que se está hablando es del proceso independentista catalán y de las metidas de pata de Sánchez, principalmente. Que si Albert Rivera, que si Pablo Iglesias, que si Salvini, que si la extrema derecha europea, Venezuela y Arabia Saudí.
El PP y el PSPV están mirando a Cuenca, o sea, hacia el centro del país, y no hacia la Comunitat, donde de repente parece que no pase nada. El Consell ha entrado en hibernación a la espera de las elecciones, y en la oposición están organizándose porque, a ocho meses de las elecciones municipales y locales, las listas están por confeccionar y algunos cabeza de lista de importancia capital (Valencia) no se han decidido ya. Da la sensación de que el enfado de Bonig es mayúsculo al ver la escasa diligencia de Génova.
En Ciudadanos aún parece que hay cosas por decidir, pues lo de Cantó debería estar cantado pero en el grupo parlamentario hay voces que señalan que la señora Sánchez medita presentarse a las primarias. En el PSPV hay varios diputados, en realidad diputadas, que están que trinan porque no les salen las cuentas para continuar en las listas a partir de 2019, y en Compromís ya huele todo un poco a primarias.
Esta última semana ha sido Podemos el más punzante en relación a los temas valencianos. Será que, como buena parte de los podemistas no tienen ganas de pelear por continuar la próxima legislatura, están liberados y centraditos en la faena. Paradójicamente, los amigos morados han despertado tarde de un letargo de dos años, durante los cuales las batallas internas y las generadas en el partido a nivel nacional les han anestesiado. Parece que la consigna del resto es apostar por el trámite, y para eso no hay nada como mirar hacia el centro.
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