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¿En qué momento el jefe dejó de ser el jefe?

EL ESTADO DE LA COMUNITAT ·

De rodillas para que te atienda un banco. Los políticos, ¿votan? ¿No mandaba el ciudadano?

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 6 de febrero 2022, 00:22

Carlos. San Juan de apellido. Lo he conocido esta semana. Un honor. Un personaje de esos que le miras a los ojos y sabes ... que no hay velos de por medio. Que recuerdas tras años de oficio por su sinceridad. Que lleva la humildad por bandera. Que lo que te cuenta es lo que hay. Que no intenta llevarte por la tangente ni hay segundas intenciones en sus palabras. Ojos verdes vívidos los de Carlos San Juan, el valenciano que la ha emprendido a golpes de cordura, realidad y sentido común contra las cuentas de resultados de los bancos. Contra su falta de atención presencial. «De todos», lamenta él. No hay ahora uno bueno en cuanto al trato que dan al ciudadano. 78 años lo contemplan. Su veteranía es una sentencia. Camino del siglo para dictaminar hasta qué punto el ser humano ha quedado arrinconado en un sinfín de facetas de la vida.

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No llego ni a la mitad de su existencia. Pero he vivido de cerca el desmantelamiento de oficinas bancarias en nuestra tierra (3.000 de 5.000 clausuradas en apenas unos años). He visto a un vecino de mi barrio despotricando por tener que desplazarse hasta cuatro manzanas más allá para dar con otra oficina bancaria tras cerrar la suya. Mientras hacía girar las ruedas de su silla de discapacitado. Demuestra que ya no importamos. Y no sólo en la 'pela'. Aunque sobre todo. Se supone que el ciudadano es el 'jefe'. Que los sanitarios (funcionarios) a los que hace un año abrasábamos a aplausos en los balcones y que ahora insultamos, nos sirven a nosotros. Ellos son 'nuestros empleados', porque entre todos les pagamos el salario con el dinero de nuestro bolsillo. Pero muchos han girado la horma del zapato y ahora tratan con desgana al paciente. Lo he palpado en varias experiencias recientes en los centros de salud. Con personal insensible y distante a las urgencias humanas. También están los que se vuelcan y desviven. De todo hay. Y la culpa es en cualquier caso de la conselleria, que mantiene la precaridad de plantilla y fondos. Ahora prometen un maná de 1.600 profesionales antes de abril. Veremos... o no.

Chapuza. Se supone que la democracia surge del pueblo. Pero es una mentira piadosa. De esas que cuando la descubres te da más indignación que satisfacción. La aprobación de la reforma laboral es el más diáfano ejemplo de ello. Sale adelante por la soberana chapuza de un diputado del PP que se equivocó al votar. Que erró hasta tres veces en lo que tenía que hacer durante la sesión en el Congreso. Pero no pasa nada. Como aquella operaria famosa con la frase «la he liado parda» al mezclar salfumán y lejía para desinfectar una piscina comunitaria. Unas risas y a comer. Cachondeo para aprobar una normativa laboral.

¿En qué momento los jefes (ciudadanos) dejamos de serlo? ¿En qué instante los que deberían servirnos a nosotros se convirtieron en nuestros superiores? Los políticos son nuestros elegidos y nuestros empleados. Los bancos viven de nuestros ahorros, nuestro dinero es su negocio, y debieran tratarnos como las gallinas de los huevos de oro que somos para sus abultadas cuentas de resultados. Sin reventarnos. Pongo un ejemplo monetario, a ver si así sus resposables lo captan, ya que no entenderán cuestiones humanitarias ni de caridad con los más desvalidos. Como las dos ancianas que Carlos San Juan vio llorar en su sucursal. Desatendidas. Y si los bancos no reaccionan, los poderes públicos deben exigirlo. Claro, que ellos tambien asisten cada vez menos en sus ventanilla. ¿Eso es predicar con el ejemplo?

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