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Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

Mónica Oltra, una mantis religiosa

EL FRANCOTIRADOR ·

HÉCTOR ESTEBAN

Viernes, 20 de noviembre 2020, 07:47

Hay personas que para emerger necesitan siempre un enemigo. No es bueno ni malo, sino el escenario idóneo para tener visibilidad. A los periodistas también nos pasa. Unos sirven para envolver bien el regalo de un reportaje y otros para pelear en el barro. El secreto está en saber exprimir el perfil. La vicepresidenta del Consell y consellera de Igualdad, Mónica Oltra, siempre necesita un adversario. Tanto en la paz como en la guerra. Porque Oltra se mueve con solvencia en el campo de batalla, en el cuerpo a cuerpo, donde casi siempre sale vencedora.

Hace años, con Oltra en sus primeros paso de aguerrida opositora, me tomé un café con ella en una terraza de la plaza de la Virgen. No se acordará pero yo sí, porque en esa conversación alejada de la política y cercana a lo mundano me pareció una chica aburrida. No escondo que me despedí con cierto regusto de decepción, porque Mónica en aquel café no fue Oltra. Seguro que mi percepción es equivocada, y que sus muchos amigos dirán que la 'vice' es una mujer divertida y molona, pero a mí me dejó un sabor a tostón. Igual es que en mi cabeza de ideas fijas esperaba al torbellino parlamentario que me aburrió con su remanso de normalidad.

Por eso creo que Oltra siempre necesita un enemigo para cautivar. Primero lo encontró en Glòria Marcos, la número uno de Esquerra Unida, que perdió el pulso con la recién llegada a Les Corts. La jugada salió bien, porque fue el primer paso para el acelerón de Compromís. Después, toda la bancada del PP, con Francisco Camps a la cabeza, se convirtió en el cuadrilátero perfecto para la lideresa de la nueva política. A Oltra no la encumbró Compromís, sino los populares, que la subestimaron y casi sin pretenderlo le pusieron una alfombra roja de camino a la fama. Camps y el PP picaron el anzuelo de las camisetas. Y a partir de ese momento, Oltra fue imparable.

Ahora la estrategia es la misma. La vicepresidenta sabe donde morder. No suele fallar el tiro. Apuntó a la consellera Gabriela Bravo, porque los lamentos y las quejas toman otra dimensión en privado. Y ahí está Oltra, hurgando en una herida que sabe que le dará éxitos.

En marzo se cumplirán dos años de las últimas elecciones autonómicas, un cruce de ecuador clave para posicionarse en una legislatura rara y dificultosa. La vicepresidenta, apagada por la pandemia, ha aprovechado el presupuesto para montar alboroto y jarana. Un aviso a navegantes, para que sepan que el camino que tiene por delante este Botánico no va ser sencillo si no se cuenta con ella.

Oltra todavía tiene que decidir entre asaltar la presidencia de la Generalitat por tercera vez -sabe que sería su última oportunidad- o dar un paso al lado para aspirar a ser la sucesora de un Ribó ya amortizado y cansado. Calibrará sus posibilidades de éxito y buscará al enemigo perfecto para comérselo, para salir airosa. Oltra es nuestra mantis religiosa.

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