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Mudarse nunca es la solución

COMO UN AVIADOR ·

Mikel Labastida

Valencia

Lunes, 22 de febrero 2021, 07:42

Cualquiera que haya sufrido una mudanza sabe que mudarse nunca es la solución de nada, por más que haya sido la opción que se le ha ocurrido a Pablo Casado para salir del atolladero en el que se han convertido los resultados electorales del Partido Popular en Cataluña.

A una mudanza se puede llegar de malas y de buenas maneras. Entre las primeras están que tu casero te haya desalojado, que el edificio en el que vives se caiga a pedazos, o que la convivencia con la persona con la que compartes piso se haya vuelto insoportable. Y entre las segundas podríamos señalar un ascenso laboral que obligue a un traslado de ciudad, una situación vital que permita la ansiada independencia o el aumento de miembros en una familia, por más que digan que donde caben dos caben tres.

Sea cual sea el camino que conduce a un cambio de domicilio se debe estar preparado para no pocos quebraderos de cabeza y armarse de paciencia y de aspirinas.

Uno necesita que le digan «sé fuerte» muchas veces para hacer frente a un traslado

Las mudanzas siempre originan conflictos aunque se acuda a ellas con la mejor de las predisposiciones. La bronca espera agazapada, aguarda su momento, para salir furiosa por culpa de una habitación mal medida, de una caja extraviada o de una obra que se retrasa una y otra vez. Y es ahí cuando empiezan las discusiones con la pareja, con los encargados del llevar los muebles o con uno mismo, maldiciendo el instante en que se te ocurrió dar ese paso y renovar la morada, con lo a gusto que se estaba en la anterior, cuyos defectos se antojan más pequeños ante la hecatombe.

Una mudanza te enfrenta al pasado, a los recuerdos de lo que fuiste y a los sueños de lo que querías ser. Dentro de cada caja que ahora se muda se encuentran fotografías que ilustran años de inconsciencia, libros leídos en épocas rebeldes, entradas de cine de películas vistas bien acompañado. Una mudanza es un viaje inevitable a rincones cargados de vivencias que se agolpan en la mente esperando su turno para ser rememorados, es una oportunidad para dejar atrás objetos que perdieron importancia hace tiempo aunque tal vez no hayas sido consciente hasta ahora.

Uno necesita que le digan «sé fuerte» muchas veces para hacer frente a todas las complicaciones que trae consigo trasladarse, porque, por preparado que crea que esté, siempre se topará con un contratiempo que no imaginaba y que será una prueba de fuego de las muchas que se presentan en estas circunstancias.

Una mudanza permite empezar de cero en varios aspectos, sí, pero, querido Pablo, no borra de un plumazo los problemas, esos viajan junto a las camisas, las novelas y los bártulos y no se pueden quedar olvidados. Varían de aposento pero no se esfuman, por lo que ya instalados, y superadas todas las complicaciones de adecentar la nueva casa, hay que volver a enfrentarse a ellos. Sin excusas.

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