Más de un seguidor del Liverpool habrá acabado en el Sena este fin de semana. Y es que algunos hooligans celebraban por adelantado (la derrota) ... ya desde el viernes en París, anunciando ruidosamente su presencia en las terrazas, la plaza del ayuntamiento, los jardines del Campo de Marte y, en general, las calles de la ciudad. La alcaldía, sin miedo a los grandes eventos, se ha volcado con las aficiones. La ciudad, que absorbe con facilidad los millones de turistas que acuden por ocio o negocios u otros eventos, como Roland Garros, no levanta una ceja ante la llegada de 75.000 seguidores de la Champions un fin de semana.

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Llena hasta la bandera, se prepara París para celebrar las Olimpiadas en 2024: pone a punto los tesoros arquitectónicos levantados para asombrar al mundo en las ferias de innovación de la era industrial -Valencia tuvo también su exposición, regional, en 1909-. La torre Eiffel, recubierta de una armadura temporal, va a recibir una nueva capa de pintura. En otro símbolo de la ciudad, el Grand Palais, construido con motivo de la Exposición Universal de 1900, cuelga un «cerrado por remodelación». En obras está también la enorme plaza que da acceso al Palacio de Congresos en el distrito XVII. Notre Dame es, por otras razones, un amasijo de andamiajes que hiere los sentidos; conserva intacta afortunadamente la fachada delantera. Otros se vendrían abajo, tienen motivo. Pero los franceses, acostumbrados a reconstruir a lo grande, miran al futuro. Pese a todo, París brilla y hierve de actividad atravesada por una excelente red de transporte público. Progreso, belleza y sostenibilidad.

He asistido a congresos virtuales en Finlandia, Nairobi, China. En París, ya presencial, todo es igual y todo es diferente. Decenas de salas -un verdadero laberinto, como siempre-. Pero a la entrada, este año, eliges una cinta Covid. Roja indica que deseas mantener la distancia física en todas las circunstancias. La cinta amarilla señala reticencias, pide prudencia. Verde con verde -y con mascarilla- conversaba el sábado con un investigador de la Universidad de Oxford sobre los efectos del acceso a Internet en las campañas de vacunación y sobre desigualdad, política y tecnología con una colega de México. Es indudable el impacto. El congreso 'Un mundo, ¿¡una red!?' (con exclamación e interrogación), organizado por la International Communication Association, ha lanzado un duro mensaje de alerta. Internet, las grandes plataformas tecnológicas y las redes sociales controlan en exceso nuestras vidas, nuestro pensamiento: hay que dar un paso atrás y recuperar el equilibrio.

Internet, las grandes plataformas tecnológicas y las redes sociales controlan nuestras vidas

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