La muralla invisible
Urge recuperar la memoria histórica e iconográfica de la ciudad islámica mediante un plan global, participativo e integrador
JAVIER DOMÍNGUEZ RODRIGOARQUITECTO
Viernes, 25 de febrero 2022, 23:18
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JAVIER DOMÍNGUEZ RODRIGOARQUITECTO
Viernes, 25 de febrero 2022, 23:18
Desde la restauración democrática tras el franquismo, una de las principales reivindicaciones vecinales de Ciutat Vella fue la recuperación y puesta en valor de la ... muralla islámica, albergando la convicción de que marcaría un definitivo punto de inflexión en el imparable proceso de degradación de los barrios del Carmen y Velluters.
Para paliar esa situación, en la década de los 80 se redactan los primeros planes de protección del centro histórico, propiciándose una intervención conjunta municipal y autonómica, bajo el marco del denominado Plan RIVA. Inspira el mismo la Carta del Restauro (1972) y la experiencia de la Bolonia 'roja' que, gobernada durante décadas por el Partido Comunista, aspira a ser referente del urbanismo progresista europeo.
Paradójicamente el rígido corsé normativo, el rechazo a cualquier otra alternativa proyectual, el radical dogmatismo conservacionista y el desprecio por dotar de viabilidad económica a la participación empresarial en la rehabilitación, producirían el efecto contrario al esperado. En consecuencia, continua el éxodo por parte de comerciantes y residentes de un casco antiguo que, plagado de vacíos y derribos, asemeja un "gruyere", recibiendo el sobrenombre de el Beirut valenciano.
La revisión de los PEPRI en los 90, encargada a tres equipos diferentes, ratifica la divergencia e incompatibilidad de criterios de actuación. La ausencia de un proyecto integrador y global, de un verdadero Plan Director para la Muralla lastra tanto las reurbanizaciones como la enorme inversión en equipamientos dotacionales.
El Palau de Pineda, del Marqués de Campo, dels Borja, de Forcalló (CVC), de Boil d'Arenós (la Bolsa), el Centre del Carme (CCCC), el Conservatorio, el IVAM, la Escuela de Arte y Superior de Diseño, ilustran la extensa nómina de infraestructuras culturales e institucionales realizadas, cuyo efecto dinamizador resulta incontestable.
Sin embargo, la abundante e invisible arqueología local continúa en segundo plano careciendo de un planteamiento general de conjunto, dificultando su función pedagógica y diluyendo hasta la irrelevancia los hallazgos. Incluso cuando se recuperan, como en el subsuelo -torre almohade- del MuVIM, su carácter puntual penaliza sus posibilidades divulgativas.
Paralelamente la gentrificación y expulsión de los residentes de la Seu-Xerea, el Mercat, el Carme... iniciada tras los daños sufridos a raíz de la riada de 1957, alcanzaría su punto álgido con el cambio de siglo al amparo de la burbuja inmobiliaria, que intensifica la especulación apostando por el mercado turístico: apartamentos...
El conflicto estalla en 2002 cuando la oficina RIVA lanza una propuesta que no solo altera la trama aperturando los atzucats, sino que implica más derribos y la expropiación de medio centenar de viviendas habitadas en su mayoría por personas de avanzada edad. Un auténtico despropósito abortado por la movilización popular.
Una vez más el urbanismo fracasa tanto por la incapacidad de alcanzar consensos políticos, como por no atender las demandas de los colectivos implicados. El divorcio de la administración y los ciudadanos está servido.
Es una lástima que incluso veinte años después, el rico patrimonio edificado y arqueológico de ese crisol de culturas que atesora la capital del Turia, no tenga la visibilidad que merece. Máxime cuando tiene el privilegio de contar con restos de tres recintos defensivos murados -romano, musulmán y cristiano- cuya huella perdura, testimoniando la función castrense de la ciudad y su protagonismo militar desde la Antigüedad hasta el Medievo.
La historiografía confirma que en el momento de la conquista (1238) el núcleo intramuros cuenta con alcázar, mezquita aljama, zoco, sedes de órganos administrativos, baños, alberca, tiendas, alhóndigas... Los profesores Cabanes Pecourt y Ferrer Navarro constatan la permanencia de numerosos mudéjares que continúan habitando 269 casas, mientras que los repobladores a los que adjudican 3023, únicamente ocupan 1083. Por tanto, tras la capitulación de la plaza, casi dos tercios de los inmuebles quedan deshabitados.
El 'Llibre del Repartiment' y la cartografía histórica -Mancelli, Tosca...- constituyen un valioso registro de la primigenia 'Madinat al-Turab', cuya muralla es asegurada por el nieto de Almanzor Abd al-Aziz, tras el ataque berebere del año 1010.
El geógrafo musulmán al-Udzrí describe en el siglo XI aquel recinto fortificado de la Balansiya, con sus puentes y puertas: Bab al-Qantara -o puerta del Puente-, al-Warraq -de la Hoja-, Ibn Sajar, al-Xaria -de la Xerea-, al-Baytala -de la Boatella-, al-Qaysariya -de la Alcaicería- y al-Hanax -de la Culebra-.
Su texto facilita también importantes noticias sobre las hermosas fincas de recreo y jardines de la Zayda, Ruzafa, la Almunia de Abd al-Aziz (hoy Viveros), la Vila Nueva... con sus huertos y regadíos.
La arqueología brinda la oportunidad de desenterrar partes importantes de ese pasado, de recuperar muchos de esos fragmentos ocultos, como el lienzo y la torre del Ángel, restituyendo pequeñas citas del legado árabe y posibilitando un uso museístico y educativo de las ruinas. Por ello, es tan necesario un Plan Estratégico que reconstruya ese puzzle de piezas inconexas como singular referencia identitaria y activo monumental de enorme valor.
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