Murthy, tápate un poquito

Este Gobierno que nos ha tocado se ríe de la conciliación. Tiene la dichosa manía de hacer anuncios vitales casi en la noche. El miércoles, el titular del Ministerio que engloba a los Deportes anunciaba que volvía el público a los estadios, pero sólo en ... las zonas de España donde la incidencia del coronavirus está más controlada. Y una de ellas es la Comunitat. Por tanto, hoy cinco mil seguidores del Valencia regresarán a su casa, de la que un dichoso virus le ha privado del calor que suministra. El templo, un refugio sagrado, un enclave copado de sentiment. Un lugar donde se han lucido prestidigitadores como Fernando, Puchades y Claramunt o donde Kempes y Aimar han levitado sobre el tapete. Fútbol convertido en magia. Pero un equipo no vive sin su gente. El alma. Y hoy regresa esa confluencia. ¿Para disgusto de Murthy? Seguramente. Para dos jornadas de nada, lo podrían haber dejado como estaba, debió pensar el presidente cuando se enteró, seguramente ya con pantuflas en su casa. El dirigente sabe lo que le espera. Serán unos pocos para el volumen de Mestalla, pero las gargantas están afiladas. Demasiados meses sin expresarse donde debe hacerse, aunque haya quien les hiciera callar. El momento llega tras la histórica manifestación en la que se reclamaba el adiós de Meriton de la centenaria sociedad deportiva, justificada en una nefasta gestión en todos los ámbitos del club. Pero Murthy habrá entendido que si el Valencia tiene la opción de degustar un partido en su estadio es porque la región que representa ha hecho bien su trabajo en la gestión del coronavirus. Y es que cuando este señor habla sube el pan. El pasado 2 de mayo, este mismo 'Mangas verdes' afeaba al presidente del Valencia sus palabras contra la Generalitat después de presentarse ante Ximo Puig sin ningún papel que justificara una prórroga de la ATE. El responsable del Consell aseveraba que Meriton ya no tenía credibilidad. Murthy no tuvo mejor idea que contraatacar criticando las medidas para atajar la pandemia. Pues aquí es donde mejor estamos. Califiqué de indignas aquellas palabras y conforme pasan los días aumenta mi irritación. ¿Arturo Tuzón, por ejemplo, se habría atrevido? ¿Incluso Paco Roig? Seguro que no. El dueño, en una sociedad normal, habría destituido fulminantemente a un trabajador suyo que se envalentonara de tal forma. Pero la situación del Valencia es surrealista, con un magnate que califica el club de «un trofeo» y que en su día lo adquirió para poder disfrutar de citas con «jeques, reyes, mafiosos, negros, blancos y amarillos». A veces damos normalidad a situaciones que rozan lo indecoroso. Y todo lo que manifestó no lo roza. Es deshonroso.