De las musas al teatro

En nuestro país, el terreno de las musas no era el de las convicciones, los ideales o los principios, sino el terreno del callejón del gato, es decir, el terreno de una política nacional esperpéntica, basada en la deformación valleinclanesca de la realidad. No asistimos a una transformación como la descrita por Max Weber cuando mantenía la tensión entre la 'ética de la convicción' y la 'ética de la responsabilidad', asistimos a la transformación de una política esperpéntica llena de trampantojos y mentiras a una política donde la realidad terminará imponiéndose. Ya nos hubiera gustado que en ese ejercicio de confesión socialdemócrata que se produjo en el congreso de Valencia del pasado mes de octubre, nuestro presidente hubiera dicho que, al menos, está comprometido con la verdad.

La invasión de Ucrania y sus consecuencias exigirán que nuestro presidente y las musas que le corean salgan del callejón del gato en el que han estado y trabajen con la convicción de ser sinceros con el pueblo al que se deben. Aunque el encuentro con Zelenski haya tenido mucho de teatralización, esperemos que marque un antes y un después en los meses que nos quedan de legislatura. El actor Zelenski le ha recordado al actor Sánchez la dimensión performativa del lenguaje, es decir, la posibilidad de que el lenguaje pueda transformar la realidad porque en las promesas y los compromisos que él mantiene sinceramente con su pueblo la palabra tiene un valor sagrado y se da la vida por ella. Nos ha recordado a todos aquella valiosa frase de Gabriel Marcel: «la mentira, proceda de donde proceda, siempre juega a favor de la servidumbre».