El libro es magnífico. En estas conversaciones Berlanga se muestra ideológicamente más libre que nunca, a menudo muy crítico, especialmente con los más famosos actores de Hollywood y también con la gala de los premios Goya. Reproduzco lo que opinaba el gran cineasta valenciano sobre estas dos cuestiones.
«Sé que mi cine no es un buen vehículo para que los actores exhiban sus talentos. No soy George Cukor ni Otto Preminger», afirmaba don Luis. «Soy un modesto contador de historias de gente normal, de antihéroes, de fracasados lugareños (...). No me interesa el actor exhibicionista, el de la pose, la mirada sesgada, la ceja levantada o la voz campanuda, esos que parecen mirar al espectador con un '¡fijaos, qué bien lo hago!'».
«Lo malo es que estos actores -seguía diciendo Berlanga- engañan muchas veces al público, le hacen creer que son geniales, cuando la mayoría de las veces son sencillamente insoportables, como Greta Garbo, Marlon Brando o James Dean... Se llega a estos excesos por culpa de la propaganda, de la machaconería con que nos venden a esos falsos maravillosos. No quiero decir que muchos de ellos estén exentos de talento, pero los han convertido en marionetas insufribles».
«Cuando mi cinefilia empezó a tomar cuerpo personal descubrí que las filias y fobias actorales de Berlanga (yo las conocía porque a partir de finales de los años 70 lo había entrevistado en varias ocasiones; al principio me parecían boutades suyas), eran también mis filias y fobias. Perfilé gracias a él y de modo definitivo, mis preferencias cinéfilas: 'Apartad de mí el cáliz de estrellas como Garbo, Brando o Dean -y muchas otras de esa escuela sobreactuada- y dadme el placer de contemplar las interpretaciones de José Isbert, Julia Caba Alba, Manolo Morán, Antonio Riquelme, José Luis López Vázquez, Elvira Quintillá, Amparo Soler Leal, Cassen, Manuel Alexandre, Luis Ciges, Saza, Guadalupe Muñoz Sampedro, Chus Lampreave, Joaquín Roa...». A veces cuesta décadas asumir lo que uno piensa realmente de las cosas.
Respecto a los Premios Goya esta es la nada complaciente opinión de Berlanga manifestada en sus charlas con Jess Franco: «La gala de los Goya sale horrorosa porque está mal organizada, mal presentada, mal actuada y mal elegidos los vestidos de los presentadores. Además, es un desastre eterno que dura muchísimo. Los premiados se empeñan en dedicar la estatua de Goya a la familia, a los compañeros de la película, al productor, a los vecinos... Y esta crítica es una autocrítica, dado que, aparte de fundador, sigo siendo presidente de honor de la Academia».
El año que viene la fiesta de los Goya se celebrará en Valencia, con la figura de Berlanga en la memoria de todos nosotros. Sería estupendo que la gala fuese brillante y amena. Para lograrlo, un asunto esencial consistirá en que los premiados no se enrollen con discursos interminables. Si la gente del cine cumple, muchos pensaremos: «¡Gracias, Mister Cagada!».
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