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La Navidad se tiñe de rojo

A tope ·

No hay obligación de ser católico, apostólico y romano, no obstante, el respeto a la historia y a la vulnerabilidad de los más pequeños es esencial

Jueves, 19 de diciembre 2019, 07:46

¿Y qué hay de lo mío?, se pregunta cada año por estas fechas el protagonista de la fiesta. No se llama Papa Noel, ni Santa Claus, ni Olentzero, ni tió de Nadal. El protagonista de la Navidad se llama Jesús. Nació un 25 de diciembre, así que celebramos un cumpleaños en el que la presión consumista de los últimos tiempos ha derivado en la aparición del gordito de rojo, cargado de regalos con el reno Rudolph mientras tira del trineo volador, iluminando con su nariz brillante el camino de todas las casas para el reparto de regalos. Y la realidad es que sin el Nacimiento de Jesús no habría Navidad, ni regalos, ni adornos, ni cenas, ni comidas, ni nada. Todas las incorporaciones son maravillosas y hasta justificables siempre y cuando entendamos que la Navidad es Jesús. Que cuando montemos el Belén con los personajes que allí estuvieron en el Nacimiento, no vale poner a una niña en el pesebre por aquello de la igualdad y la paridad. La historia es la que fue y los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, por consideración a los menores, tampoco vale representarlos con tres mujeres como va a suceder en un barrio de Alicante y romperles el mito de los Reyes, porque los niños tontos no son. Sin embargo, hay quienes además de no querer la Navidad, gustan de marear al personal.

No hay obligación de ser católico, apostólico y romano, no obstante, el respeto a la historia y a la vulnerabilidad de los más pequeños es esencial. En estas fechas hay colegios en los que el profesorado incita a niños de primaria a practicar el «amigo invisible», aun siendo muy probable que posean importantes carencias educativas referentes a la Navidad. La iniciación al consumismo banal se impone sobre los conocimientos básicos, la educación, la formación y la cultura. Trago por «imperativo legal» los descuentos, el black Friday hasta los elfos. Pero defendamos el protagonismo para los villancicos o para compartir buenas historias alrededor de una mesa con amigos, ¿por qué no? Es momento de adornar el árbol de Navidad en familia y montar el Belén mientras suena el 'Have yourself a Merry Little Christmas' de Michael Bubblé. De enviar un wasap a esa persona con la que queda una conversación pendiente. De acudir a misa de Gallo a medianoche y celebrar el inicio del día de Navidad. De ayudar a quien pide amparo con la habilidad de que no se dé cuenta quien lo necesita. De reír, charlar sin el móvil interrumpiendo, compartir, abrazar y besar. De crear magia en los niños la noche de los Reyes Magos, con agua para los camellos y algo de comer para sus majestades. Porque aunque se debiera hacer durante todo el año, ahora encontramos una buena excusa que nos empuja a hacer lo que no hacemos el resto de los días. Porque así, tiene sentido. Es Navidad.

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