El niño que huyó por un penalty
EL ESTADO DE LA COMUNITAT ·
Aquel chaval que escapó del colegio capitanea hoy una multinacional. La vida son momentosSecciones
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Aquel chaval que escapó del colegio capitanea hoy una multinacional. La vida son momentosTendría yo 7 u 8 años. Eso de cumplir en diciembre hace que uno nunca esté seguro de la edad en la que ocurrió ... algún pasaje de su vida que se le ha quedado marcado). Es seguro que estaba en 3º de la fabulosa EGB. Con Don Antonio de maestro. La escena empieza en el mítico patio verde. Había otro patio rojo en Agustinos, pero el campo de 'futbito' de los elegidos era el verde. Y había tantos elegidos que en la media hora del recreo podían cohabitar a la vez hasta cinco balones distintos, de otros tantos partidos, que disputaban cerca de un centenar de colegiales. Con la 'ley del chaval' como reino. En mi partido se señaló penalty. No me pregunten qué pasó ni quién lo pitó. El caso es que Óscar, un chaval delgadito y moreno, al que yo hacía mexicano, discutió con otro chaval por ver quién tiraba la pena máxima. Perdió mi amigo y el otro crío acabó marcando de punterón. El enfado hizo salir de boca de Óscar una amenaza que todos tomamos por fanfarronada: «Pues entonces me voy del colegio».
Atronó el timbre del fin del recreo y todos subimos, sudados y en tromba, hacia clase. Al llegar, Óscar no estaba. A Don Antonio casi se le caen las gafas al suelo del susto cuando alguien le explicó el aviso del futbolista frustrado. El maestro corrió escaleras abajo hacia la calle. Detrás salió toda la clase, entre el susto y el jolgorio. Don Antonio logró hacerse con el zagal y quedarse sin aire, con el añadido de un castigo general para todo 3º A por la escapada.
Óscar acabó 'cumpliendo' su anuncio de marcharse de Agustinos. Se fue a otro colegio. Yo atribuí aquello a ir por el mal camino. A un carácter rebelde y abocado al desastre. Tiempo después vi que estaba más que equivocado. Retomamos el contacto, entre más partidos de fútbol y pelotas de pádel. Él había levantado de la nada un estudio de diseño de videojuegos que enseguida fue puntero en la Comunitat. Luego, en España. Y hoy, en el mundo. Óscar Ferrero, aquel chaval que huyó del colegio por no poder tirar un penalty, al que yo tenía por follonero y problemático, ha firmado hoy uno de los mayores pelotazos empresariales y del sector de la historia: la compra de elite3d por la multinacional norteamericana 2K. Y la moraleja es que la vida son momentos. Aquel y este, el de darte cuenta que una sola impresión suele fallar. Que la vida son momentos, y que más que aptitud es una cuestión de actitud. La de querer comerse el mundo, aunque sea en un penalty de colegio.
Otro momento. Mientras almorzaba en la terraza de un bar, en la mesa de al lado se sentó una anciana. Iba en silla de ruedas y la acompañaba una joven sudamericana. En la mesa de mi izquierda tomó asiento otro anciano. También acompañado por su asistenta. Ángeles del día a día. A los dos ancianos se les ve felices con sus escoltas. Hay complicidad. Cariño sincero. Pero acabo pensando en cuánto más sonreirían si frente a ellos estuvieran sus hijos. Reflexiono sobre lo mucho que olvidamos a nuestros mayores. Sobre la infinidad de ratos con ellos de que nos priva esta vida loca. Que siempre hay que encontrar un resquicio para sentarnos en esa mesa con ellos. Para hacerles una llamada. Para hablarles y verles. Porque más pronto que tarde su silla estará vacía. Su contacto en la agenda del móvil se quedará igual que el nombre en una lápida. Y será tarde para contarles cómo ha ido el día o mirar a esos ojos que siempre se desvivieron por nosotros. Exprimamos los momentos de la vida.
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