La noche mágica

El espectáculo no se puede contar; se ha de vivir y ver, con instantes protagonizados por la siempre sorprendida y temblorosa faz del niño cuando dirige la mirada a su rey favorito. Es una noche mágica llena de nervios, en la que algunos en casa no podrán conciliar el sueño. Ya en los brazos de Morfeo, la claridad del nuevo día servirá de despertador, convirtiéndose los hogares valencianos en bulliciosas estancias de alegría.

Cabe destacar que la fiesta de la Epifanía también se caracteriza por las reuniones familiares en las que destaca un protagonista gastronómico excepcional: el roscón de reyes, de origen francés, que en la década de los 60 desplazó a la genuina 'casca', dulce valenciano de origen morisco. Por todo ello, es una lástima que, cuando se reivindica las tradiciones y cultura valencianas, no se apuntalen con hechos el trabajo de otros valencianos, algunos anónimos, que ponen su empeño en continuarlas, como es el caso de los maestros horneros.

Numerosos obradores, desde hace tiempo, se han propuesto recuperar esta 'llepolía' valenciana, dulce con base de mazapán que se puede rellenar de yema, boniato o incluso calabaza. La 'casca' no lleva sorpresa en su interior. Ahora bien, los horneros suelen adornar el círculo interior del dulce con baratijas y algunas monedas de chocolate. Antiguamente, las cascas se hacían de varios tamaños, según la edad del niño, como señalan varios escritos del Gremio de Maestros Horneros. Era el regalo, entre otros, de los padrinos a sus ahijados.