La vida nos está deparando en los últimos años golpes muy duros para los que no estábamos preparados. Mientras asistimos al cruel espectáculo de una guerra en la que todos perdemos, menos uno y por la que tanta gente está sufriendo, estamos viviendo una pandemia ... que ha dejado miles de muertos y con la que estamos aprendiendo a convivir. Entre tanta tristeza, lágrimas, incertidumbre, dolor, es difícil mirar hacia otro lado. Pero hoy, sólo por un rato, vamos a intentar hacerlo. Vamos a hacer que el fútbol, capaz de generar un sinfín de sentimientos, sirva hoy como vía de escape a estos duros momentos por los que atraviesa el mundo. Que hoy el fútbol saque lo mejor de nosotros. Y eso pasa primero por nuestro recuerdo para con los ciudadanos de Ucrania. No están solos en su desesperada huída hacia la libertad. El mundo está con ellos y ojalá pronto puedan volver a sus casas con sus familias. Ni hoy ni nunca podemos ser indiferentes hacia lo que está sucediendo.
Quería aprovechar estas líneas para acordarme de ellos porque aunque hoy, para muchos, puede ser una noche feliz, para otros será una noche más de horror en la que seguirán escondiéndose en el metro o en sótanos sin comida y con el sonido de las bombas sobrevolando sus corazones. Pero como decía, y con Ucrania en el corazón, esta noche Mestalla va a volver a vivir una noche, espero y deseo, épica. Nos jugamos volver a disputar una final de la Copa del Rey. Y mucho más que eso, nos jugamos recuperar la ilusión, que tanto tiempo ha estado dormida, recuperar el respeto por parte de las instituciones deportivas y políticas que han tratado a nuestro club con menosprecio. Nos jugamos recuperar la fe en nuestro equipo y en nuestro club, a pesar de las manos en las que está. Nos jugamos volver a ser grandes pero, sobre todo, nos podemos jugar el futuro. Un futuro incierto al que la Copa le puede dar alas. Un futuro que pasa por la Copa para volver a Europa.
El rival no nos lo va a poner fácil, ni su entrenador, que 'era' el nuestro, tampoco. Va a ser un partido intenso, de nervios, de tensión, un clásico entre dos grandes. Pero estoy segura que esta noche nuestros jugadores se dejarán el alma en el campo como lo haremos los más de 45.000 valencianistas que allí estaremos. Coincide mi columna hoy miércoles con el partido, así que desde aquí quiero insuflar de ánimo a todo el valencianismo. Quiero ver Mestalla lleno esta noche, quiero ver ese ambiente de los grandes partidos en los aledaños para recibir al equipo, quiere ver el campo lleno de banderas y bufandas, quiero que gritemos y cantemos hasta quedarnos sin voz, quiero ver al Valencia en la final.
Que el fútbol saque lo mejor de nosotros, y pasa primero por nuestro recuerdo a la gente de Ucrania
Sé que Mestalla le dará al equipo el aliento que necesita para que sientan lo que sentimos nosotros. Sé que Mestalla, el viejo Mestalla, el nuestro, nos dará a todos la fuerza y el empuje para que hagamos el sueño realidad. Y sé, que todos los que ya no pueden estar en Mestalla hoy también estarán.
Qué bonito sería acabar hoy el día y volver a casa esta noche con el «illa, illa, illa nos vamos a Sevilla» sonando por las calles de Valencia y los coches haciendo sonar los claxons. Pensando ya en cómo conseguir entradas para la final o en reservar hotel.
Como decía al principio, creo que la vida nos debe alguna alegría, son ya muchos momentos dolorosos, muchos sinsabores y aunque sólo sea fútbol, disfrutemos de esta noche.
Y permitidme que hoy sea feliz y pase el día pensando que todo esto puede pasar y ya mañana, «Dios dirá».
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