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Normas estéticas en el Cabanyal

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Martes, 3 de marzo 2020, 07:55

Aún recuerdo las dificultades, casi el acoso político-administrativo y el sufrimiento personal y empresarial del promotor valenciano al que se le ocurrió construir un edificio de nueva planta en la plaza de la Reina, frente a la Catedral, en uno de los barrios del centro histórico y junto a uno de sus monumentos más emblemáticos. Gobernaba entonces el PP en el Ayuntamiento de Valencia y a partir del año 1995 también en la Generalitat pero mandaban en la Conselleria de Cultura, en su dirección general de Patrimonio, unos arquitectos que imponían sus criterios estéticos por encima de siglas, consellers, concejales de Urbanismo, directores generales... Y el primero de ellos, el fundamental, era que el clasicismo estaba prohibido, desterrado, casi perseguido. Así que cuando el citado promotor, con el aval del consistorio -donde los técnicos de la avenida de Campanar no imponían su ley-, se puso a levantar el inmueble y trató de conseguir el informe favorable de Cultura tuvo que pasar un calvario, un vía crucis hasta que finalmente y tras algunos retoques y múltiples negociaciones obtuvo los permisos para que las viviendas fueran ocupadas por sus compradores. Como el clasicismo estaba proscrito en las fachadas, los proyectos arquitectónicos para edificios de nueva planta en la Ciutat Vella debían dejar claro al paseante que se trataba de una obra del siglo XX, que no se pretendía copiar ningún estilo preexistente y que por consiguiente lo mejor era apostar por lo aséptico. No hay más que transitar algunas calles del Carmen o de Velluters para comprobar cómo estos mandamientos se aplicaron a rajatabla en la Ciutat Vella y determinaron la configuración, el aspecto de algunas calles afectadas por los múltiples derribos de finales de los ochenta y principios de los noventa y su posterior reedificación.

Una situación muy distinta a la que se va a dar ahora en el Cabanyal, a pesar de que tanto en el Ayuntamiento como en la Generalitat mandan partidos ideológicamente mucho más cercanos a los técnicos de la Conselleria de Cultura que a finales del siglo XX marcaron la forma de construir en el casco antiguo. El plan urbanístico para este barrio incluirá unas normas estéticas que impondrán el diseño «tradicional» en cubiertas y fachadas, así como en la configuración de los huecos e incluso en la utilización de los materiales, que si son metálicos deberán imitar a la madera. Hasta las persianas deberán guardar armonía con un conjunto que, aquí sí, deberá imitar la arquitectura popular preexistente. Y yo me imagino al promotor de la plaza de la Reina y a otros tantos que lo intentaron y lo sufrieron tirándose de los pelos y sin entender nada.

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