En la radio han programado música fallera; la televisión local tiene previsto reproducir grabaciones de 'mascletàs' de años anteriores y la Junta Central Fallera anuncia 'crida' y 'plantà' virtual mientras anima a los valencianos a poner blusones o pañuelos en el balcón. Sin embargo, el problema es que los niños no irán al colegio y eso puede darles sensación de fiesta.
Publicidad
Ése es el argumento utilizado por las autoridades para plantear que «los días de Fallas» sean lectivos este año. Alertaba de ello Mónica Oltra cuando hablaba del «imaginario de estar de fiesta». Es sensato. Nada peor en estos momentos que no celebrar Fallas o Magdalena, con el perjuicio consiguiente para todos los que viven de ello y también para el ánimo de los ciudadanos, pero terminar creando un 'imaginario' festivo que propicie lo que se quiere evitar con la suspensión de las fiestas.
No es aceptable la incoherencia. Si todo alrededor habla de Fallas o Magdalena, es imposible que los niños y los adultos dejen de manifestar su necesidad de fiesta. Son dos años sin ellas y es normal que a la mínima todos nos vengamos arriba en cuanto escuchemos un petardo, oigamos 'El fallero' o nos tomemos unos buñuelos para merendar. Y la culpa no es de los colegios. Ni tampoco su responsabilidad. Se está pidiendo, como denuncian los sindicatos de la enseñanza, que los colegios asuman una obligación que no les corresponde solo porque se duda de la responsabilidad personal y colectiva para quedarse en casa y hacer la Ofrenda en el salón.
Si preocupa la creación de esa sensación de fiesta, las autoridades tienen en su mano la posibilidad de no permitir aquello que lo incite, e invitar a instituciones y particulares a no crear un entorno fallero o magdalenero. Es duro, sin duda, como lo son tantas medidas que estamos soportando desde hace un año pero mucho menos duro que lo que están sufriendo tantísimas familias. Y las que lo harán, de mantener comportamientos irresponsables con la coartada de la 'nostalgia fallera' que nos está consumiendo. No estamos en Fallas. No lo vamos a estar hasta dentro de meses. Ése es el mensaje que deberían estar transmitiendo desde las instituciones públicas evitando en lo posible la invitación a «vivirlas virtualmente». Puede ser incluso más frustrante eso que la versión real, por la imposibilidad de asistir en persona a un terremoto final oliendo a pólvora o aun calor insoportable de una cremà cercana. Convertir en lectivos los días falleros solo hará que las reuniones que pretenden evitar se pospongan a las cinco de la tarde.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.