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Irene Marsilla
Un nuevo conseller Marzà

Un nuevo conseller Marzà

EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN ·

La gestión de la pandemia y las aspiraciones de partido distinguen la actual política educativa, que se percibe distinta a la de la primera legislatura o a la del ministerio

PABLO ROVIRA | DELEGADO DEL PERIÓDICO MAGISTERIO EN LA COMUNITAT

Martes, 24 de noviembre 2020, 07:57

Vicent Marzà ha pasado de aquel recién conseller que declaraba que «se ha acabado la barra libre para los conciertos» a ver pasear, en la distancia, la caravana naranja por las calles de Madrid. De la judicialización de la política educativa de la primera legislatura -aunque las sentencias sigan llegando- a una gestión colaborativa del confinamiento y, en general, la pandemia. Recuerden, la concertada -y los defensores del castellano en la escuela- salieron a la calle en Valencia, pero todas esas miradas, ahora, están vueltas hacia Madrid. En Valencia, la política educativa se ha convertido en gestión educativa. Dos puntos de inflexión. En el terreno escolar, la pandemia, que no es poco para un gobernante. En el terreno político, las tiranteces entre los socios del Consell del Botánico y las aspiraciones y opciones orgánicas más allá de la avenida Campanar.

La pandemia ha sido un punto de inflexión, y la conselleria, y el propio conseller, ha seguido una estrategia contraria al ministerio, a la ministra Celaá. Donde ésta eliminó las comparecencias sobre el dictamen a la Lomloe, la conselleria creó el llamado Foro Educativo Valenciano, una transmutación del Consejo Escolar Valenciano en una videoconferencia masiva, de representación ampliada, para informar y debatir ágilmente cómo hacer frente a la pandemia. En contraste, la actividad normativa se ralentizó en la Comunitat, mientras la Lomloe avanza.

Otra de las diferencias es el trato con la concertada. Recuerden, la relación entre ésta y la conselleria venía de una legislatura de protesta en la calle, de judicialización y de victorias en los tribunales para la recuperación de los conciertos de Bachillerato.

En cambio, una línea clara en la gestión de la pandemia, en la autonomía, ha sido hacer partícipe al sector de los refuerzos, las decisiones y las partidas presupuestarias. En cambio, desde el ministerio, los meses pandémicos han sido de desprecios, acusaciones y conflictos con la concertada.

Esta estrategia integradora y el actuar más rápido que el resto han convertido a la Comunitat, a la conselleria, en cierto referente autonómico en cuanto a la gestión de la pandemia.

Todas las autonomías han tenido que destinar recursos y reforzar plantillas, pero Valencia fue más rápida y decidida, y esas semanas de antelación -algunas todavía dudaban en agosto- consiguieron un eco positivo. La comparación ha dado prestigio, y en otros sitios ha habido confrontación, pero en Valencia no. Aquí también hay huelgas -por el Stepv el 10 de diciembre- pero se perciben más inoportunas.

La inflexión política, a mi juicio, también influye. Cuando el conflicto entre los socios del Botánico se hace público, el conseller parece quedar al margen, en un terreno de aspiraciones futuras que sobrepasan la política educativa. En éstas, en cambio, el conseller busca la confrontación con Vox como refuerzo de su perfil político de izquierdas. En esta línea, su último gran anuncio prepandemia fue la convocatoria de un congreso internacional contra el odio.

Rubalcaba, Gabilondo, Camps, Catalá, Aguirre, Rajoy... La máxima responsabilidad educativa siempre ha sido un máster para gobernantes, que puede ser trampolín para otras aspiraciones a no ser que termines encasillado, sectorial y quemado por los conflictos que generas.

Un conseller nuevo, o quizás experimentado que esquiva de Madrid los mismos conflictos -conciertos, lengua, norma- que tuvo hace años.

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