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Nunca máis

En la Galicia de Núñez Feijóo acabará pasando lo mismo cuando 'os nenos' crezcan

Lunes, 14 de marzo 2022

Quizá no debería confesarlo, pero yo fui votante y militante del Partido Popular. Bien es cierto que no un militante activo, pero sí de carné ... y cuota mensual. Los del charrán fueron mi primera opción a los 18 años y así continuó siendo durante otros veinte, a excepción sea dicha de algún voto senatorial para la Unión Valenciana de González Lizondo. Pero ya no. La sensación que me queda de aquellos años de lealtad política es agridulce; estoy convencido de que el Partido Popular era el partido que necesitaba la Comunidad Valenciana y España para afrontar el proceso de recuperación, modernización y proyección internacional. Es incuestionable que cumplieron a carta cabal con ese ministerio. Luego, con el paso de los años, todo se torció y las dulces mieles de un poder casi ilimitado saturaron las papilas gustativas de aquellos dirigentes que se empalagaron con los oropeles y los frutos de las cornucopias prohibidas. Después llegó el empacho y la caída de bruces. Los focos se apagaron, la purpurina dejo de flotar en el aire desvaneciéndose la ilusión, un bolso presidió la nación en aquel fugaz interregno de la moción de censura y el atrezo se desmoronó definitivamente quedando al descubierto un gran trozo de carne despellejada que penduleaba cubierta de moscas necrófagas. No lo digo tanto por la corrupción como por el descubrimiento pavoroso de que la gestión del hasta entonces partido único del centro-derecha jamás se había interesado por las cuestiones de fondo ideológico y sí en un apuntalamiento económico que les eternizara en el puente de mando. Y a codazos, susurros y contoneos de maniquí del catálogo del Pryca se nos apoltronó Sánchez en el peor momento. Más grave fue lo de la Comunidad Valenciana. Caído el débil dique de contención construido por los populares a golpe de epígrafes sin enjundia, se desparramaron las aguas fecales que durante más de dos décadas habían ido rebosando. El nacionalismo catalanista se desataba por fin de unas bridas fabricadas con las finas sedas del consenso socialdemócrata y el moderantismo. En la Galicia de Núñez Feijóo, como en una maldición bíblica, acabará pasando lo mismo cuando 'os nenos' educados en el sectarismo localista crezcan y hagan exactamente eso para lo que se les programó: dar el poder al nacionalismo del BNG.

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