El nuevo precio del aceite de oliva virgen extra en los supermercados desde este lunes 10 de marzo

En una comunidad que ha visto perder todo su sector financiero, cerrar la televisión autonómica, vender su equipo de fútbol más representativo a un inversor extranjero y que asiste a las dificultades por las que atraviesa su Feria de Muestras, resulta totalmente inconcebible que se plantee todo tipo de obstáculos al crecimiento del puerto de Valencia, una infraestructura estratégica que funciona a pleno rendimiento y se disputa con Algeciras el liderazgo no sólo de España sino de todo el Mediterráneo. Y sin embargo es así. Compromís y Unidas Podemos -socios del PSPV en el Botánico- trabajan incansablemente en la oposición a un proyecto que si finalmente no se ejecuta en el Grao buscará otro emplazamiento, que probablemente encuentre en Barcelona. Lo cual no impide a ambas formaciones y al alcalde Joan Ribó mostrar sus objeciones a una actuación que en gran parte ya está ejecutada, cuenta con todos los informes legales necesarios y aspira a crear unos puestos de trabajo de los que tan necesitada está la economía valenciana.

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Con la ampliación del Puerto se enfrentan dos modelos de ciudad, de crecimiento y de sociedad. Por un lado, el de quienes apuestan por proyectos que tengan en cuenta las condiciones medioambientales y, a la vez, impulsen el desarrollo. Por el otro, el de quienes directamente se decantan por no hacer nada, por rechazarlo todo, por ver una agresión ecológica en cualquier propuesta, por no favorecer inversiones si llegan de la mano de agentes privados. Valencia, obviamente, no puede permitirse el lujo de despreciar proyectos como si su economía marchara a pleno rendimiento y no necesitara vitaminas. Y mucho menos cuando tienen que ver con una instalación modélica, como acaba de demostrar con la gestión de la acumulación de barcos portacontenedores procedentes del gran atasco en el canal de Suez. Para mantener su posición de liderazgo, el Puerto precisa de una ampliación Norte que ya se debatió en su momento, se aprobó y comenzó a ejecutarse, pero a la que ha afectado gravemente el electoralismo irresponsable que salpica las actuaciones de los partidos populistas. Por su posición como puerto de Madrid, por el intercambio y la riqueza que genera, el Grao debe contar con el respaldo de las administraciones públicas y no con discursos y relatos evocadores de pasados bucólicos que no dan respuesta a las necesidades de las personas.

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