La obsesión de la tasa turística

De «obsesión» de los partidos que sustentan el gobierno de la Generalitat ha llegado a calificar la medida alguna asociación empresarial, etiqueta de la que me apropio, de recaudar a los turistas lo que sea. La normativa 'congelada' habla de 0,50 a 2 euros al día por persona, dependiendo del tipo de alojamiento, que en este caso va desde un camping a un hotel de cinco estrellas.

¿No sería mejor recibirles de la manera posible para que vuelvan? Al margen de lo que se recaude, cinco millones al año en el caso de Valencia, asegura el vicealcalde de Compromís, Sergi Campillo, lo que queda claro como el agua es que los partidos del Botánico prefieren la vía impositiva, ejercer de sheriff de Nottingham antes de agradar tanto a los turistas que fijen el viaje a Valencia como una rutina anual en su tiempo de vacaciones.

Es una tasa antipática, molesta para un sector que esta Semana Santa y Pascua comienza a disfrutar de cierta tranquilidad, con comedores llenos en los restaurantes a la espera de que se difuminen las últimas restricciones por la pandemia del Covid-19. De ninguna manera compensa hacer tan mala sangre a todos, sobre todo cuando no se empezará a aplicar hasta dentro de dos años. Eso si algún municipio quiere porque de momento los únicos que han apoyado la medida, con entusiasmo añado, ha sido Compromís en Valencia.

El servicio a los turistas no mejorará con la tasa porque todos sabemos que ese dinero irá a una caja común para hacer lógicamente lo que quiera el gobernante de turno. En el caso de Valencia irá a mejor cuando los planes urbanísticos del centro histórico arranquen de una vez, cuando el Ayuntamiento desatasque de una vez las licencias para los chiringuitos en el paseo marítimo de la Malvarrosa o cuando la Marina acabe de cuajar como lo que fue y debe ser, el segundo motor turístico de Valencia después de la Ciudad de las Ciencias.

Esos son los 'embolaos' del Ayuntamiento y no andar corriendo para aprobar una tasa. El grupo socialista, recordaba la vicealcaldesa Sandra Gómez en una entrevista, incluyó la salvaguarda de que el cobro se hará cuando las cifras de visitantes y pernoctaciones superen las de 2019, cuando se alcanzó el récord absoluto. Aún así, estoy convencido de que antes hay otras alternativas.

Y deberes pendientes, como quitar la etiqueta de «ilegales» a los apartamentos turísticos fuera del registro y aprobar de una vez una normativa acorde con la realidad. Que levante la mano el que nunca ha estado alojado en una vivienda de este tipo. Seguro que se alzan pocas y la inmensa mayoría ni hacemos botellón ni fiestas en el balcón hasta la madrugada, sino que sencillamente sale más barato que un hotel, hay cocina y lavadora, lo que necesita cualquier familia. Quiero decir, que ni toda la ciudad debe estar plagada de apartamentos ni prohibirlos como si fueran una secta maligna. Hay que buscar el punto medio, como en todo debe ser.

Es sólo un apunte de todo lo que queda por hacer en Valencia antes de empezar a hablar de cobrar a los turistas porque vienen. Ofrezcamos la mejor Marina del Mediterráneo, más allá de los sufridos conciertos los fines de semana, bien comunicada y con una excelente oferta cultural, innovadora y de ocio. Eso para empezar.