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PARA OFRENDAR NUEVAS GLORIAS (II)

SALA DE MÁQUINAS ·

Martes, 20 de marzo 2018, 09:09

Los dirigentes empresariales de la Comunitat han pagado recientemente el seguidismo acrítico que practicaron respecto al poder político durante dos décadas. Tres de las cuatro patronales, quebradas. Tres grandes entidades financieras, desaparecidas. Feria Valencia, en bancarrota. La SGR, frita. Dos docenas de empresarios, desfilando como imputados por los tribunales. De tanto ejercer de palmeros de la Generalitat, la patronal perdió su prestigio anterior como palanca dinámica de la sociedad. Los empresarios que en otro tiempo labraron este territorio por sus propios medios, se acostumbraron a ponerse a la rueda del Consell, del dinero público (dinero fácil), y a la cabotà del «sí, President». Mucha economía concesional, mucho hierro y cemento para infraestructuras diversas y una bárbara burbuja especulativa. Todo se fue al carajo de golpe, con la crisis de 2007.

Ilustración: SR. GARCÍA

Está por ver si el poder empresarial recuperará una lógica propia y autónoma, en lugar de secundar el cortoplacismo de los políticos gobernantes y sus cálculos electorales. Veamos. El gobierno de Puig y Oltra tiene puesto el acento en: (a) reclamar una mejora de la financiación, en una dura pugna con Rajoy y también con graves divergencias entre los clanes socialistas, (b) propugnar una España federal que supere el estado autonómico actual y (c) el engorde de la administración y el sector público de la Comunitat. Financiación aparte, no parece un programa de gobierno apropiado al emprendedurismo y la unidad de mercado, sin embargo a los empresarios no se les ve demasiada inquietud, y suelen chocar más con el PP de Isabel Bonig y hasta con la muchachada de Albert Rivera. Este seguidismo a la Generalitat se reviste de aparente buenismo (como siempre): la supuesta alineación con la defensa del territorio. Pero presenta errores de perspectiva, como la frustrante visión sobre el papel de la administración central. Miramos Madrid a la manera catalana. A la fallida manera catalana. Se concibe la capital de España como un territorio que compite con los demás, cuando es sobre todo un fabuloso centro de poder (como Londres o Berlín) lleno de infinidad de cables y puntos vulnerables que aspiran a teclear profesionales, empresas y conseguidores de toda España. El político local puede beneficiarse del enfrentamiento con Madrid si tiene la suerte de que no gobiernan los suyos; los demás, no. Los demás dependemos de los logros, de los resultados, de localizar las conexiones clave que interesan a la Comunitat. Ahora, ¿cuál es el plan de Valencia para ganar posiciones en el mapa español y qué estrategia presenta para que el Estado nos vea como un aliado conveniente y preferente tras la debacle catalana? La táctica inteligente pasa por persuadir a Madrid, por ganar la plaza, en lugar de ir allí como si fuera una trinchera escénica o un paño de lágrimas. Y si es que es una trinchera, oye, se va con voluntad de ocuparla.

La táctica inteligente pasa por persuadir a Madrid, por ganar la plaza, en lugar de# ir allí como si fuera una trinchera escénica

Los empresarios como punta de lanza de la sociedad civil bastante tienen con llevar sus empresas a buen puerto. Esa es su aportación fundamental al desarrollo humano y no están obligados a más si no quieren otros líos. Pero lo cierto es que muchos de ellos acaban en el asociacionismo como una expansión natural de su obra y personalidad y más verdad es aún que en el caso valenciano esas siglas diversas (Conexus, AVE, CEV y tantas otras) han diluido su atención originaria sobre los intereses estrictamente empresariales para enfocarse en las reivindicaciones territoriales. En este sentido, las patronales van acercándose al papel de otros foros de opinión varipintos; Lo Rat Penat, el Club de Encuentro, el Ateneo y hasta si se nos permite, los medios de comunicación. Un espacio para el debate y las ideas. En esencia, lo que no deja de ser un club al estilo inglés o el castizo casino de toda la vida. Allí donde se va tras el trabajo a relacionarse y conversar con tus iguales. Las marcas patronales van quedando en eso, en servir de voz específica de un colectivo sobre los asuntos públicos. Aunque se les suele atribuir una influencia bastante superior a los demás en función de la autoridad de sus miembros y, sobre todo, de la fuerza potencial que pudieran ejercer si se decidieran a no sé qué. Pero raramente se deciden a nada. Basta acordarse del escapismo reciente a propósito de la deriva secesionista. Como en todo, hay excepciones; excepciones... pero sólo relativas. Por ejemplo, la meritoria campaña en favor del corredor mediterráneo que emprendió AVE el año pasado y a la que destinó más de 700.000 euros para financiar un barómetro de ejecución de la obra y media docena de actos concurridos. Sin duda, permitió una gran operación de marketing. Pero la selfiecampaña ‘quiero corredor’ tiene frutos y plazos contados y los réditos que podía reportar ya están a la vista: reforzar el estado de opinión favorable a esta infraestructura. ¿Algo más?

Esa es la pregunta relevante. Y ciertamente no pocos empresarios valencianos tienen capacidad para otras aportaciones, si es que estuviera en su ánimo. Si quisieran participar en la vida pública como lo que son (empresarios, por encima de parapolíticos o líderes de opinión), la Comunitat contaría con talento directivo y plataformas de capital para aprovechar las oportunidades generadas a partir del autoextrañamiento de Cataluña. Hablamos de un proyecto a dos décadas vista, el gran proyecto de una generación. Dicho en plata, buenos sean los foros y los centros de debate, pero lo que de verdad precisa la Comunitat (si quiere dar un salto cualitativo en su crecimiento) son más consejos de administración. Sea individualmente, sea de manera colectiva. Necesitamos una Cámara de Desarrollo Regional de capital netamente privado donde los empresarios con reservas propias, contactos de alto nivel y tiempo disponible puedan aprovechar las ocasiones de la forma que mejor saben hacer: ganando dinero para sí mismos en iniciativas productivas a la vez que aumentan el bienestar colectivo. Una treintena de ellos tienen más resortes a su alcance para mejorar Valencia que Isabel Bonig, y algunos incluso más que el propio Ximo Puig. Necesitamos liderazgos emprendedores para potenciar la Comunitat como un espacio socioeconómico singular, un destacado polo de desarrollo, capaz además de atraer del exterior talento, mano de obra y recursos financieros. Para crear un modelo específicamente mediterráneo, alternativo a otros, donde la prosperidad y la convivencia van de la mano sin las inercias centralistas de unos y las tensiones destructivas de otros.

Necesitamos liderazgos emprendedores para potenciar la Comunitat como un espacio socioeconómico singular

A estas alturas de la página, el lector tendrá en mente a Juan Roig. Cómo no. Cuenta con tal posición de dominio que resulta inevitable que todas las reflexiones deriven hacia él. Pero Roig ya ha establecido su propio plan y no es pequeño. Un mecenazgo impresionante al deporte y la formación mientras dirige los destinos de un gigante como Mercadona, con tres retos por delante para preservar el futuro de la compañía: sortear su techo de crecimiento, abordar la espinosa transformación digital y la no menos decisiva sucesión del fundador. No puede ser que todo acabe en Juan Roig cuando existen tantos otros prósperos entornos en la Comunitat, aunque no puedan igualarse en dimensión. Para quien quiera sumarse, sigue vigente el arranque del himno regional. Ahora en vez de la épica sentimental de antaño, se pueden ofrendar nuevas glorias a España con pujantes iniciativas empresariales y ofreciendo un marco de convivencia abierto que sea referencial para los otros territorios peninsulares. Ahí está el reto y la oportunidad que el desastroso procés nos pone en bandeja.

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