Veo a Kate Winslet en la excelente miniserie 'Mare of Easttown' (HBO) con un claro sobrepeso, sin maquillar, con ojeras, lo contrario de una mujer que aspira a parecer hermosa y seductora a sus 45 años. Ha afirmado en una entrevista que obligó al realizador ... a que no cortara una breve escena en la que, después de una relación sexual, atisbamos un contundente michelín en su abdomen. Esa honestidad corporal es perfecta, porque Winslet es una inspectora de policía en su pequeña ciudad que tiene que enfrentarse a un pasado trágico (suicidio de su hijo) y a una familia a la que ama pero cuyas relaciones son muy complejas gracias a las aristas que procura la vida. Junto al misterio criminal la serie subraya con mucha pericia cómo la gente se necesita y al tiempo ha de intentar resolver sus conflictos para que los afectos puedan fructificar.
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Esa apuesta por la autenticidad de la intérprete de Titanic empieza a tener seguidores y seguro que va a crear tendencia. La también actriz Shannen Doherty (la vimos en Embrujada y otras muchas series) muestra su apuesta «a lo Winslet»: después de pasar un cáncer de mama asegura que no le importa que se vea su rostro tal y como la enfermedad y el paso del tiempo los han moldeado hasta sus 50 años actuales: sin Botox, sin Photoshop o lifting, solo ella misma con maquillaje, como cualquier mujer. Me pregunto si la pandemia habrá contribuido a esta rebelión de las actrices contra la dictadura de la cirugía estética que desde hace tantos años ha dominado la imagen pública. Es difícil saberlo, pero me parece una gran noticia: todo aquello que nos ayude a ver al otro sin 'filtros' es un paso adelante, a lo que se añade la importancia de que nos aceptemos en cada época de nuestro transitar por la vida.
Tras el hecho de ver solo lo que queremos ver se esconden las mayores traiciones y estafas de la vida. Anne Sinclair, exmujer de Dominique Strauss-Kahn, el otrora candidato a la presidencia de Francia y exdirector del Fondo Monetario Internacional, acosador de mujeres reconocido, ha declarado que los años felices que pasó con él fueron posibles porque ella era ciega a todo lo que él hacía cuando no lo veía, y siempre estaba dispuesta a creerle frente a lo que veía en los medios y escuchaba de otros. Está en nuestra naturaleza construir la imagen del otro de acuerdo a nuestras necesidades. Los tramposos lo saben y explotan esta debilidad. Ojala pudiéramos esforzarnos en ser y exigir la franqueza (en lo esencial) como condición necesaria de toda relación importante. Queremos conocer al otro tal y como es, como vemos los kilos de más y las ojeras a Kate Winslet.
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