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Los ojos del miedo

Martes, 1 de marzo 2022, 00:18

La desgracia no entiende de fronteras, orígenes o idiomas. No existe una guerra buena. Nunca. Y son los civiles quienes pagan. Siempre. Hasta aquí los axiomas de lo único previsible de esta guerra a gran escala que Putin ha iniciado contra Ucrania y, por extensión, ... contra Occidente. Ante esta situación, quedan fuera de lugar ciertas insinuaciones del tipo «esto ya lo decía yo» procedentes de ciertos expertos en 'todología'. Ignorantes vanidosos, que diría Aristóteles. La incertidumbre se cierne sobre el abigarrado tablero multipolar en un nuevo y desconocido (des)orden mundial. Anticiparse a los hechos cuando éstos dependen de una coyuntura global amenazada por un tirano sirve de poco. «Los marcados con el estigma del destino sólo nos teníamos a nosotros mismos cuando el sabor amargo de los acontecimientos nos roía los labios». Así describía el austríaco Stefan Zweig en 'El mundo de ayer' los instantes en los que se apresuraba la Segunda Guerra Mundial.

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