La oligarquía de la UE, según Polonia
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Polonia acusa a la UE de ser una «oligarquía». Algo con lo que hay amplia coincidencia en el campo valenciano, sobre todo a raíz de ... lo sucedido con las naranjas de Sudáfrica y la actitud mostrada por altos cargos que deberían defender mejor lo de casa.
Joan Calabuig, que es secretario autonómico de la Generalitat Valenciana para la UE, se apresuró a sacar pecho por la aplicación de los previstos controles a las naranjas sudafricanas, obligadas ahora -como se obliga a los cítricos de España en el resto del mundo- a someterse a un tratamiento en frío antes de entrar en el mercado europeo, para eliminar vestigios de la plaga 'falsa polilla'. Pero si antes sale el señor Calabuig a ponerse medallas, antes se produce lo que era de temer: Bruselas se desdice y, presionada por el lobby sudafricano y sus aliados holandeses, belgas y alemanes, permite que entren los contenedores retenidos en puerto. O sea, el coladero de siempre, que desdice las declaraciones del señor Calabuig para anunciar a bombo y platillo que «la Generalitat recupera su influencia en Europa con el tratamiento en frío a los cítricos». Nada menos. Del pretendido «logro histórico» al rubor por el desenlace.
Y ahí, dos detalles importantes que desdicen también el aparente compromiso oficial sobre el asunto, más allá del acostumbrado interés político por exhibir relumbrón. El tratamiento en frío que aprobó la UE, y del que ahora se desdice en la práctica, es para las naranjas sólamente, no están incluidos los demás cítricos, con la excusa de que la 'falsa polilla' no les afecta, pero la semana pasada fueron detectadas y rechazadas mandarinas de Sudáfrica con esta plaga. Y el señor Calabuig sacando pecho sobre la supuesta influencia en Bruselas y el «prestigio» recuperado. La verdad: pesamos menos que una pluma.
En el extremo contrario de los parabienes porque sí, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawicki, ha atacado duramente a la maquinaria institucional burocrática de Bruselas, acusando a la UE de ser sólo una «democracia formal» y «una oligarquía de facto» en la que «el país más fuerte ostenta el poder». Sin rodeos, el presidente del Gobierno polaco ha dicho lo que en su país y en otros es sentir general, al igual que piensan también tantísimos agricultores y otros ciudadanos valencianos y españoles, cansados de imposiciones reñidas con la realidad y reglas caprichosas de teóricos de salón.
Mateusz ha sentenciado que «el orden de la UE no nos protege contra el imperialismo externo» y que «son los Estados miembros y no las instituciones de la UE quienes tienen que decidir qué dirección y prioridades tomar». Mientras tanto, por aquí preferimos alardear de haber logrado... lo que ya se tuerce.
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