Mónica Oltra (Neuss, 20 de diciembre de 1969) apareció por primera vez en Les Corts tras las elecciones autonómicas de 2003. Lo hizo de la mano de Joan Ribó para 'birlarle' el escaño al socialista Ramón Vilar y dárselo a Dolors Pérez. Nadie pensaba que ... aquella abogada tímida, callada y reservada pondría del revés la política valenciana cuatro años después. Primero, lideró un golpe de estado en el seno de l'Entesa y arrinconó a Glòria Marcos para hacerse con el poder del partido con la complicidad del Bloc de Enric Morera. Después, con la cara de Camps estampada en una camiseta, rompió la reglas del juego de la política valenciana, bajó el listón al barro y pescó en río revuelto para convertirse en la cara más visible del Consell del Botánico. Oltra ha sido prisionera de sus propias reglas, de la no política y ella sola se ha metido en el callejón sin salida de la dimisión. Oltra termina con Oltra. El casos de abusos sexuales de su exmarido a una menor es un tema asqueroso. El homenaje a la imputada, impúdico. Nunca una fiesta fue tan grosera. Oltra se va como mártir y señalando a enemigos -el PSPV de Puig-. La vicepresidenta siempre ha necesitado un adversario para crecer. Y se marcha sin autocrítica, disparando a todo lo que se mueve: políticos, jueces, fiscales y periodistas.
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El pasado viernes, en el pleno del Consell, se enroncó: no dimito. El mal gusto de la fiesta del sábado ha precipitado su salida. Es difícil entender que se celebre una imputación. El Consell soy yo, vino a expresar Mónica Oltra en una versión republicana del absolutismo de Luis XIV de Francia para escenificar que nada ni nadie está por encima de ella. Su exmarido está condenado a cinco años de prisión, si el Supremo no lo remedia, por abusar sexualmente de una menor tutelada, por aprovecharse del eslabón más vulnerable de la sociedad. Y Oltra, que es la encargada de salvaguardar a esas víctimas, figura en un auto judicial que apunta que urdió un plan para protegerse ella misma y a su expareja por encima de la niña abusada. Tan duro como real. Todopoderosa trata de vender como única verdad una teoría que no sostiene la Fiscalía y que genera más que dudas en el TSJ. Cegada, la diva de la política valenciana, a la que desde su llegada a Les Corts le hicieron creer que sin ella nadie era nada, compone una estrategia que evite su expulsión de un Consell que cada día que pasa se hunde un poco más. Oltra se ha convertido en el iceberg del Gobierno valenciano. Ha resquebrajado el casco y ahora el Botánico trata de achicar el agua como puede. La decisión se ha tomado en Compromís pero el presidente Puig, que no estaba para fiestas, ha empujado a ello. Puig sabía que cada día que pasaba era tiempo perdido y un síntoma de debilidad absoluto para la máxima autoridad de la Comunitat.
El caso Oltra voló alto y llevaba camino de convertirse en el caso Puig si el presidente no aceleraba ula solución que casi todo el mundo esperaba. La consellera descontextualizó el viernes el auto del TSJ para agarrarse al único clavo que le arde cerca. «Cierto que no existe prueba directa que vincule esos singulares trámites con la aforada...» -esgrimió la vicepresidenta para argumentar que no hay motivo para su imputación, aunque no terminó la frase completa- «...pero sí que concurren unos indicios plurales que en principio hacen pensar que fueron orquestados precisamente con ese fin, tanto por la persona a quien directamente beneficiarían como por la propia relación que presentan con la evolución del proceso penal que trataron de obstaculizar». Oltra, la ingenua, envuelta ayer en esa candidez de doble filo, fijo posición: ni Consell, ni Compromís, ni Yolanda Díaz. Al final, los hechos y las fiestas han podido con ella.
La consellera se parapetó el viernes detrás de la denuncia de la «ultraderecha», de esa persecución contra ella sin asumir que hay una condena por el abuso sexual de su exmarido a una menor desprotegida por la conselleria, por su conselleria. La corrupción del PP, que también ha existido y hay gente condenada por ello, nunca puede ser la excusa para no asumir que hay una investigación abierta por la desprotección de una menor, que es la víctima de una abuso sexual por parte del exmarido de la consellerra de Igualdad y Políticas Sociales. El caso Oltra amenazaba con hundir al Botánico. Ahora, Puig tratará de mantener el barco a flote.
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