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La que se presentó en elecciones para combatir las malas prácticas de aquella época ha sido víctima de su propia medicina, ésa que aplicó sin ningún tipo de remordimiento a tantos cargos que fueron imputados por sus presiones y denuncias y que tuvieron que dimitir, ... aunque finalmente fueran inocentes de toda culpa.
Mónica Oltra no acepta la similitud de los casos, no reconoce ni tan siquiera las razones de la justicia que han decidido imputarla. Ella piensa que está por encima de todo. Su debacle profesional y personal se puede resumir en la aparición ante los medios cuando presentó su dimisión. Como aperitivo asistimos días antes al acto político-festivo en el que las caras de muchos de los asistentes lo decían todo. Me quedo atónito con las palabras dirigidas a su madre, cuando le transmitió que podía estar muy tranquila por los valores que le había inculcado. Hay que tragar mucha bilis para meter a una madre en este fregado ante la opinión pública.
Cuando una cruza esa línea significa que sabes que estas en el barro y dispuesta a todo, incluso a hacer el ridículo argumentando que los más desfavorecidos se quedan totalmente desprotegidos porque eres tú la que aplica esas políticas y nadie más. Sin olvidar que todo comienza con el despreciable hecho de la ocultación por parte de Oltra de los abusos de su marido a una menor tutelada de 14 años. Simplemente depravado y repugnante. Oltra no esta para dar lecciones de moralidad ni de justicia siendo la responsable del área de menores y ocultando los delitos cometidos por su marido a esos menores.
Todos estos políticos de 'altos vuelos' de repente pierden perspectiva con la tierra. Vuelan en mundos paralelos lejos de la realidad de la calle, en parte por culpa de toda la banda de rémoras colocadas y bien pagadas. Ninguno de ellos, de ellas o de elles, tienen el suficiente valor como para asesorarla: «Oye, tal vez, si dejas de decir tantas tonterías, nos iría mejor a todos».
De hecho, Oltra se cree que saldrá tan indemne como para poder presentarse de nuevo a las elecciones. Algo muy parecido a lo que le ocurre a Francisco Camps, que no asume que su tiempo ya pasó pero que sigue buscando su pole-position de cara a las próximas elecciones. Realmente no tienen a nadie que les diga que ya están amortizados mientras viven en una constante nube artificial a miles de kilómetros de la problemática real.
Una lástima no tener un buen amigo que te haga daño pero que te diga la verdad. Alguien que le diga «hasta otra, Mónica», pero desde luego no en política.
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