Las preguntas que atesora Google en su servidor son más inquietantes que la apertura de la tumba de Tutankamón hace exactamente un siglo. Una de ... ellas es: «¿Quién compuso claro de luna Beethoven o Debussy?» (sic). La respuesta correcta es Debussy. 'Claro de luna' es el nombre del tercer movimiento de la Suite Bergamasque, escrita para piano por Debussy a finales del siglo XIX. Beethoven escribió una sonata muy popular, que fue conocida, tras su muerte, como 'Claro de luna' -consecuencia, al parecer, de los delirios poéticos de un crítico musical-. Lo que inspiró a Beethoven es motivo de discusión y lleva por nombre Giulietta. La obra de Debussy, compuesta -cosas de la vida- cien años después, nació de un poema de Verlaine que dice «A la luz de la luna, serena, triste y bella», el alma humana -mucho antes de que Armstrong, al dar un paso gigantesco para la humanidad en la superficie de la Luna, empezara a levantar velos y atemperar el misterio del satélite que les hizo soñar-.

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La pareja del año podrían ser Joaquín Sabina y Pancho Varona -o Tamara Falcó y el epic fail de cuyo nombre no quiero acordarme-. Pero, a las puertas del cierre del año, nadie puede competir contra Mónica e Irene. Enrocadas en el absurdo, enfrentadas al sistema judicial, hermanadas en el error las dos, no con las víctimas.

Primero fue Oltra, vicepresidenta y consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas. Más allá del posible encubrimiento que investiga ahora la justicia, tenía, en la base de los hechos, motivo suficiente para dejar la primera línea de la política a las primeras de cambio. No sólo no lo hizo, sino que acusó a la Fiscalía de basarse en elucubraciones y conjeturas, sembrando la duda sobre la independencia de la justicia y su alineación con la extrema derecha. Irene, como Oltra, sólo tenía una opción el jueves: abrir la puerta y salir. El fallo por acción y por omisión a las víctimas a las que tenía que proteger es escandaloso, pero sobre todo doloroso. Como Oltra, por no mirarse al ombligo optó por apuntar a los jueces. Todos machistas. Pablo, constructivo como siempre, arremetía también, enrocado en el absurdo, contra «la derecha judicial y lo más repugnante del periodismo facha y progre»; es decir, Pablo, toda la prensa: porque en todo el arco impreso se hablaba ya claramente, a las 48 horas, de «error», y no precisamente judicial. Escuchen a Debussy y piensen en las víctimas. Los órganos de Igualdad, a nivel nacional o autonómico, deben ser y parecer un avance social para la mujer, todavía en desigualdad, especialmente a nivel global -como en Irán-, pero también nacional.

Irene, como Oltra, sólo tenía una opción: salir. Por no mirarse el ombligo, optó por apuntar a los jueces

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