Oltra a través del espejo

Recuerdos. El protagonista amnésico de 'Memento' aprendió a tatuárselos como herramienta contra el olvido, la piel frente al espejo su manual de instrucciones para comprender el presente y enfocar el futuro. Recuerdos. Le sentaría bien a Oltra encontrar los suyos, ir más allá incluso que ... el héroe de Nolan y convertirse ella misma en su propio espejo para desde ahí hacer memoria; mírate, acuérdate de cómo juzgabas y entenderás cómo te juzgan. Imaginemos que en aquella Valencia decrépita y retrasada que gobernaba el PP, nada que ver con la arcadia actual, trasciende la noticia de que un familiar de Barberá o de Camps está acusado de abusar de una menor tutelada. Que el área responsable archivó la denuncia de la víctima y tuvo que ser la Policía quien la creyera. Que el señalado es condenado no una sino dos veces. Que Barberá o Camps encargaron una investigación paralela a la judicial que desacredita a la joven. Que la sombra del encubrimiento da paso a un desfile de cargos por los juzgados y que el juez se lleva las manos a la cabeza ante la inconsistencia de los testimonios. Imaginemos además que el escándalo llega después de que Barberá o Camps sí hubieran acusado con toda vehemencia de un delito similar al educador de un centro afín al nacionalismo, por ejemplo un taller de Intersindical, condenándolo al cierre y quedando luego su ofensiva en nada por falta de pruebas. No es necesario ser pirotécnico para presentir la mascletà. Primero el chup chup en las redes sociales que tan bien maneja Compromís y a partir de ahí Grezzi y sus intifalla, Oltra y sus camisetas, el 'Ritaleaks' y el 'Pacogate', las risotadas si Barberá o Camps alegan que todo forma parte de un plan de la extrema izquierda, los escraches, las pancartas con el rostro de la niña -'Yo sí te creo'-, las sentencias de telediario... Valencia sería Gotham City, con el foco del murciélago iluminando la noche, su Batman y su Catwoman, que ya se sabe que esta es tierra de ratas penadas. Pero la consellera ahora no lo entiende, y protegida como está por los tres partidos con mando en plaza, junto a un presidente dispuesto a quemarse con ella, se siente perseguida. Por la ultraderecha, ignorando que quien no ve claro el asunto es un juez. Quizá Oltra no tenga la culpa de su incongruencia y somos nosotros los que partimos de un error. Igual la política ya no es más que eso, un ejercicio de supervivencia basado en moldear los discursos según las circunstancias. El problema no sería, en tal caso, del olmo que no da peras sino de quienes pedimos peras a un olmo, aunque coincidiremos en que no sienta nada bien la memoria selectiva a quienes tanto gustan de menear el pasado.