No olviden el Valencia que conocieron
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El sentimiento por un club de fútbol es una herencia que no se puede robarSecciones
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DESDE EL MIRADOR ·
El sentimiento por un club de fútbol es una herencia que no se puede robarPues aquí estamos otra vez. No negaré mi orgullo profesional de iniciar un nuevo curso -son ya casi dos décadas- en este maravilloso rincón de ... LAS PROVINCIAS para la opinión y las letras. A estas alturas ya sabrán todos los lectores que, en estos casi veinte años acompañándoles cada semana, el Valencia CF ha sido el gran protagonista de mis historias. Profesión obliga.
La vida nos regala vivencias de todo tipo que van formando nuestra personalidad y, en este maravilloso oficio de contar cosas, cuantas más situaciones vividas y gestionadas más valor tiene el periodista. Les digo esto porque los años me han regalado la posibilidad de vivir en directo, narrar en la radio y escribir en el periódico sobre la época más dorada de la historia del Valencia, con sus finales de Champions, sus galácticas ligas y un club que se convirtió en número uno del mundo. El número uno del fútbol mundial. Da vértigo escribirlo e imagino que también leerlo. Pero así fue.
Ese pasado reciente me da la perspectiva de lo que es el Valencia para muchas generaciones y lo que debería ser para las generaciones futuras. Pero hoy no es así. Meriton ha destruido muchas cosas desde que llegó al club pero no hay mayor destrucción posible que borrar la memoria colectiva. Los últimos años del Valencia no representan al que yo conocí. Yo nací con un Valencia que ganaba Recopas y Supercopas de Europa con Kempes a la cabeza, crecí con grandes nombres y poco éxito para recuperar la grandeza con el cambio de siglo.
Pero aquello, para la gente joven, queda demasiado lejos. Hoy vivimos la pobredumbre de un club que no está en Europa por segundo año consecutivo mientras el Sevilla -pululando por la segunda división hace no tanto- se ha convertido en el sustituto del Valencia en el escalafón. El Valencia era la alternativa a los dos grandes de la Liga y ahora pulula por la zona de descenso con una frecuencia sin precedentes. Y, cuando parecía que regresaba a la senda del triunfo, Lim se cargó a Alemany y Marcelino para volver al hoyo. La tristeza es infinita para los que hemos vivido otro Valencia. El de verdad. El del escudo y la historia. No el de Singapur.
El fútbol ha evolucionado hacia los accionistas mayoritarios y el capital extranjero. Esto convierte al club en una empresa y al empresario en una lotería. Te puede tocar un millonario responsable o un mono con pistolas. Y aquí nos han tocado Lim y sus lacayos. No se puede tener más mala suerte. Si se puede llamar suerte al proceso de venta y a la gestión previa que llevó a la misma. Y así estamos hoy, con un estadio de Cortes Valencianas que los niños de la ESO han visto parado desde que nacieron y un equipo de fútbol que, esos mismos chavales, ven pelear en la Liga de Alavés y Osasuna. Y esto no es el Valencia. Esto es una época negra de nuestras vidas que, antes o después, pasará y nos dejará ver de nuevo la luz. La luz centenaria de un club que ya ganaba ligas hace casi un siglo. Mientras tanto, es la memoria de los valencianistas el mejor testamento de la grandeza de este club para las nuevas generaciones. Y, siendo importante recordarle a los demás lo que el Valencia es, también es muy importante recordarlo frente al espejo. Muchos valencianistas se han alejado de su club por culpa de Meriton y la destrucción social que deja a su paso además de la deportiva. Les pido que no se vayan. No se alejen. Cada día que pasa es un día menos en este túnel del terror. Nunca olviden que nadie es dueño del sentimiento por un club de fútbol. Salvo usted que, si es valencianista, lo lleva dentro desde que nació.
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