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Operación Judas

Arsénico por diversión ·

Serán sin duda los jueces quienes evalúen todo ello pero lo grave es que autoridades, como Torra, salgan a defender algo difícilmente salvable

María José Pou

Valencia

Lunes, 30 de septiembre 2019, 07:40

Me encantan los nombres de las operaciones policiales. Los hay lingüistas, geográficos o descriptivos. Así nació la 'Gürtel', correa en alemán, en la que estaba imputado Francisco Correa; «Malaya» que combina la fonética de Málaga y Marbella o 'Guateque', que investigaba licencias fraudulentas en locales de ocio. Particularmente me gustan las etimológicas o históricas como la «Púnica», que se refiere al nombre latino de la granada (Punica granatum) por la implicación de Francisco Granados en la Comunidad de Madrid, o la reciente Operación 'Judas' contra los miembros de las CDR que al parecer pretendían atentar con explosivos. La Guardia Civil no ha aclarado por qué escogió ese nombre pero remite, inevitablemente, al traidor más famoso de la historia, el que vendió al propio Cristo, Judas Iscariote. Son nombres que ayudan a conocer mejor nuestro entorno, aprender lenguas, repasar la historia y admirar la capacidad creativa de nuestros investigadores.

En el caso de las CDR había muchas opciones válidas. Puestos a escoger un episodio bíblico yo hubiera optado por Operación Caín, por lo que tiene de ataque contra los hermanos de sangre. El daño principal de cualquier acción violenta, siquiera sea un reproche verbal al dueño de una tienda que no rotula en catalán, es contra los conciudadanos, contra quienes han nacido en la misma tierra e incluso se desloman a diario por hacerla crecer y repartir riqueza entre los suyos. Es a esos a quienes atacan con sus modos de macarra de barrio intentando que se exilien los que no están dispuestos a bajar la cabeza ante la banda que domina. Judas traicionó al más inocente y lo hizo por unas monedas de oro; en Cataluña, el Judas ha sido Pujol más que nadie. Si se confirman todas las sospechas de los jueces contra la 'Familia' lo de Judas es calderilla en comparación con ellos salvo por la figura a la que vendió.

Durante estos días la propaganda independentista ha puesto en cuestión la veracidad de las sospechas policiales pero la compra de material, la consulta de manuales para hacerlo estallar y las pruebas en una cantera no son cosas que hagan los padres y madre de familia cuando deciden pasar una mañana en el campo en compañía de sus churumbeles. Son actividades bastante atípicas entre gente de bien. No sé si querían atentar o cortar una carretera sin daños personales pero lo cierto es que esas prácticas solo tienen una finalidad y es dominar medios violentos para conseguir objetivos políticos. Ésa es la definición de terrorismo. Serán sin duda los jueces quienes evalúen todo ello pero lo grave es que las autoridades, como Torra, salgan a defender algo difícilmente salvable. Jugar con explosivos solo es permisible entre pirotécnicos y, aun en ese caso, con tiento, permisos y conocimiento. Nada que ver con hacer pruebas en canteras o lugares abandonados. Eso es una escena de película. Y no anuncia nada bueno. Como Judas.

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