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Los pilares de la operación urbanística que supondría la venta de los terrenos de Mestalla a ADU y la posterior reactivación de las obras del nuevo estadio en Cortes Valencianas están construidos con barro. A la menor tempestad se pueden venir abajo y sepultar el proyecto, lo que enmarañaría el futuro económico y deportivo del Valencia. Porque al final todos desconfían de todos. Primero: el Valencia niega a ADU al advertir de que sí recibirá un pago anterior a 2022. La cooperativa anunció públicamente que abonaría al club la compra de la parcela de una sola vez. Segundo: Bankia recela del préstamo avalado por los pisos para terminar el nuevo estadio. Tercero: el Ayuntamiento de Valencia frena las viviendas en Mestalla hasta que se reactive el nuevo estadio. Demasiadas contradicciones. Bankia tiene la llave maestra pero sus ejecutivos de la división de riesgos han echado tierra sobre el proyecto. No le convence nada que se recurra a las garantías que le ofrece la cooperativa de viviendas. En la sede central de la entidad se desliza que si los millones de Peter Lim fueran los que avalaran la operación la realidad sería diferente. Pero el magnate singapurense está ahora más dedicado a manejar la estructura deportiva del club con su amigo Jorge Mendes que la parte urbanística. El propietario del Valencia, por cierto, cambió hace algo más de un año el sector estratégico de su holding y se centró en el negocio sanitario a medida que el mercado inmobiliario se recuperara. El club blanquinegro tiene una deuda superior a los 500 millones de euros, posee una hipoteca en los terrenos del campo de Mestalla a favor de Bankia por un importe de 129 millones -paga 14 millones cada año a entidades financieras- y ahora debe solicitar otro crédito para reiniciar las obras del nuevo estadio. Cuentas demasiado gruesas para fiarlas a un aval que, dicho de una forma suave, no seduce. ADU también pidió apoyo a la Generalitat y al Ayuntamiento. En el gobierno municipal tampoco van a poner la alfombra roja. Ya han avisado de que la reparcelación de los solares de la avenida de Aragón se hará cuando haya una muestra clara del club de que acabará el futuro coliseo. No les vale un anuncio en una rueda de prensa. Porque en las dependencias de la delegación de Urbanismo no está depositado papel alguno y cuando los responsables de la cooperativa acudieron a vender las bondades del proyecto lo hicieron con figuraciones virtuales, no con planos. El Valencia necesita mudarse, por estética y por el maldito parné. El nuevo estadio, con mayor aforo, generará más beneficios y aún más si halla una empresa que la explote comercialmente. Y el buñuelo actual pasaría a mejor vida. Pero las bases del proyecto deben ser sólidas, claras y con garantías. Si no es así, el crack será histórico y letal.
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