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Urgente Programa de Fallas en Valencia del martes 18 de marzo: Segundo día de Ofrenda y la Nit del Foc

Hay tanta gente ocupando el llamado «espacio público» que el verdadero público no puede entrar. Son gente como ustedes y como yo, pero cada uno es cada uno porque cada criatura humana es indivisible. Por eso el comunismo ha sido la utopía más sangrienta del siglo. Pero nos sirve para olvidar que el coste de las pensiones ha batido este mes de agosto todas las plusmarcas. Como lo que más nos importa es lo cercano, hasta el Gobierno se ha dado cuenta de que el coste de las pensiones no puede seguir su escalada mientras unos se ponen lazos amarillos y otros se los ponen del mismo color.

La Fiscalía no sólo necesita más fiscales, sino más detectives, porque hay que investigar no únicamente a quienes los ponen, sino a quienes los retiran. Mientras, la Generalitat se esfuerza por ordenar la trifulca catalana entre los Mossos d'Esquadra y las policías locales. El gasto en pensiones se dispara al mayor ritmo de cinco años, hiriendo siempre a los mismos, que ya estaban malheridos. El gran asunto es dónde se puede poner al muerto por antonomasia. ¿Qué significa esa palabra para que cada uno la entienda a su manera? Mientras, la guerra sucia ha regresado al Vaticano sin necesidad de haberse ido.

Podemos, ERC y PDeCat critican el apoyo del Gobierno a Llarena, pero el lío más gordo es dónde poner al muerto que falleció de viejo, sin que nadie le echara. Lo mejor sería delegar en las próximas generaciones, con la esperanza de que salgan mejores que las de los últimos tiempos. El espacio público está a rebosar, pero quien busca sitio acaba por encontrarlo.

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