Flamencos
Como un aviador ·
MIKEL LABASTIDA
Jueves, 15 de noviembre 2018, 09:40
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Como un aviador ·
MIKEL LABASTIDA
Jueves, 15 de noviembre 2018, 09:40
Solo les faltaba a los flamencos la campaña que se ha sacado de la manga la Fundación Rey Jaume I, que adorna las marquesinas de Valencia y en la que aparece la palabra 'flamenco' tachada y puede leerse debajo: es hora de cambiar los tópicos sobre España. Lógicamente los amantes de este estilo musical se han echado las manos a la cabeza. Y con razón. Desde la institución aseguran que su aspiración es que a España se la identifique no sólo por sus costumbres, su arte o su gastronomía, sino también por el nivel de excelencia de su ciencia, su tecnología y su empresa. Otra vez esa idea equivocada de que para poner en valor un tema o una disciplina haya que echar por tierra otras. Ojalá se conozca a este país por un montón de asuntos notables, pero ninguno está reñido con el otro. Aunque tengamos excelentes científicos no renunciaremos a comer una buena paella o a echar una agradable siesta (también cargan contra ellas en la campaña), como tampoco vamos a dejar de escuchar flamenco, que es como si a los estadounidenses les pides que abandonen el jazz o el rock.
Bastante tenían los flamencos, los más puros, los clásicos, con la irrupción de Rosalía, a la que han acusado de apropiarse de la cultura gitana y andaluza, puesto que ella es nacida en Barcelona y nunca ha vivido en el sur de España. Tampoco ven con buenos ojos que su cante se mezcle con trap y guitarras acústicas. A la cantante no le está sucediendo nada que no le pasase antes a otros grandes como Camarón o Enrique Morente. En realidad no hemos avanzado demasiado desde que el primero publicase en 1979 'La leyenda del tiempo' con ánimo transgresor y se acentuase el debate sobre si había que mantener los cánones fijados o buscar nuevas fórmulas para el género. Tuvo que escuchar el cantaor toda clase de exabruptos contra lo que había hecho en aquel trabajo, aunque finalmente el tiempo le dio la razón y hoy en día hay unanimidad en reconocer este álbum como uno de los mejores de todos los tiempos. Lo mismo le ocurrió a Enrique Morente cuando se alió con la banda de rock Lagartija Nick para grabar 'Omega'. Explicaba el artista que sus colegas le advertían de que le estaban tomando el pelo y que solo lograba de ese modo que se perdiese la esencia del flamenco. De nuevo se equivocaban, porque ese disco es recordado y venerado pasados los años. Morente, no obstante, ya había demostrado con anteriores obras sus ganas de revolucionar su arte. No es mi ánimo comparar a estos genios con Rosalía, porque a la cantante le queda aún mucho, mucho camino por recorrer. Pero posiblemente sus 'malamente' y sus 'tra tra tra' sirvan para desterrar esa trasnochada relación del flamenco como elemento añejo de nuestra cultura y para desanimar cuando se vayan a plantear campañas publicitarias que huyendo de tópicos caen en los más flagrantes.
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