Borrar
Urgente Desplome del precio de la luz este jueves con la nueva tarifa: las 10 horas gratis para enchufar los electrodomésticos

Lo que no tiene nombre

Mikel Labastida

Valencia

Jueves, 28 de diciembre 2017, 12:06

Me gusta la idea de que haya hábitos y conceptos que no tengan nombre, acciones que hemos incluido en nuestro día a día pero que no sabríamos etiquetar o definir con un vocablo exacto. Lo hacemos pero no lo llamamos. Se van incorporando a la rutina, las acometemos con naturalidad, pero no nos percatamos de que no existe una denominación exacta. Si hemos de referirnos a ello tiramos de una explicación improvisada, para tratar de que nos entiendan, que no siempre es fácil. Hasta que alguien se da cuenta y se inventa su propio palabro. A veces no nos atrevemos a nominar algunas situaciones porque no nos gustan y nos asusta que tengan nombre. Así, si no lo tiene adjudicado es como si no fuese real. En otras ocasiones el concepto es tan ambiguo o absurdo que aparentemente no merece una denominación.

La Fundación del Español Urgente (Fundeu) no es tan romántica y prefiere llamar a las cosas por su nombre. El romanticismo para los poetas. Yo me imagino a sus miembros agazapados confabulando sobre el modo en que hay que referirse a determinadas acciones, o aceptando o no los términos que se han adoptado a la espera de una postura oficial. En los últimos años ha ido un paso más allá y ha organizado una especie de concurso para recopilar las nuevas palabras y escoger la más representativa. Es como si fuese un 'reality' en el que se convocan a estos palabros y han de atravesar pruebas para alcanzar el estatus de palabra. No hay jurado ni nadie dice 'cruza la pasarela' pero casi. Se trata de vocablos que han gozado de relevancia por su exposición mediática o por modas. Por ejemplo, de la moda de las series llegó el espoiler. Tiempo atrás los espoilers existían pero convivíamos con ellos sin que nos causaran drama y sin que tuviese un nombre preciso. Alguien te fastidiaba el final de una película o una serie, tú te enfadabas, pero ninguno de los dos sabríais cómo denominar aquello. Tal vez putada, pero ese es un concepto mucho más amplio. Fundeu propone 'destripe' pero creo que esa guerra no va a ninguna parte, porque el término anglosajón ha campado cómodamente en nuestras conversaciones. Igual que el de 'hater', que es la persona que se dedica a odiar a gente que ni conoce, pero que utiliza las redes sociales u otras plataformas para criticarle. Aquí los ilustrados proponen 'odiador', que tampoco le veo gran recorrido y que sólo me gustaría que fuese adelante para que surgiese su antónimo, que sería, lógicamente, amador. Cualquier derivado de amar me gusta. Este ha sido el año de la turismofobia (esta sí), porque siempre hemos de rechazar algo (esta maldita sociedad), y del concepto 'trans', que se visibilizó más que nunca (qué bien), y del bitcoin, que a mí aún me cuesta comprender qué es. Mañana se elegirá la palabra del año. Mientras tanto yo pienso todavía en lo que no tiene nombre y en las que han sido mis palabras del año. Cambios, deseo, batalla y olvido son las mías. ¿Y las vuestras?

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Lo que no tiene nombre