Quince días han pasado desde que la nueva televisión autonómica valenciana, À Punt, comenzase su andadura. Dos semanas estas que le han servido para presentar sus credenciales, empezar a mostrar qué caminos quiere recorrer y tratar de conectar con el público.
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¿Ha acertado en su planteamiento? ¿Está cumpliendo sus objetivos? ¿Cubre las expectativas generadas desde que se anunció su reapertura? Damos aquí un vistazo a la programación ya estrenada, así como a algunas decisiones tomadas estos primeros días. He aquí los aciertos y errores del arranque de emisiones.
Los grandes hallazgos los encontramos por la noche, en el 'prime-time', donde se han presentado una decena de espacios bastante diversos entre sí y que destacan, en general, por sus narrativas frescas y por una factura más que notable. Y cabe destacar que todos hayan encontrado un tono similar lo que refuerza la idea de parrilla compacta, al menos en esta franja (no tanto con las otras).
Una muy buena idea es la de 'L'estudi', que consigue reunir en un mismo formato todo lo que debería representar la tele pública: apoyo a la cultura valenciana, muestra de entendimiento y acuerdo entre personas totalmente diferentes, y lugar de entretenimiento. Son tres conceptos clave y que en este programa confluyen. La idea es aparentemente sencilla, y bien ejecutada ofrece resultados fantásticos. Dos grupos (o cantantes) aceptan intercambiar canciones y versionar cada uno la del otro para más tarde interpretar conjuntamente un tema entre los dos. Así podrán coincidir profesionales que cantan en valenciano con otros que lo hacen en castellano, artistas que reivindiquen la canción de autor con otros que usen el rap para expresarse, generaciones nacidas en el siglo pasado con otras que acababan de hacerlo o estaban a punto en el año 2000. Por el momento se han visto las caras Alberto Gambino (que mezcla rap, dancehall y hip-hop en sus composiciones) con Mireia Vives & Borja Penalba, que se enmarcan dentro de la canción de autor. De esta unión surgieron versiones preciosas de 'Dona Peix', 'Cocotera' y del 'Here comes the sun' de los Beatles. Al inclasificable Senior le tocó cruzar su arte con Las Auténticas, una banda de adolescentes que se dedican a reinterpretar clásicos . Y el resultado fueron tres temas impecables de nuevo: 'Gran', 'Melodías clandestinas' y 'La noche no es para mí'.
Presentado por Mireia Pérez (con el rollito Kay Rush de aquel 'Nosolomúsica' de Telecinco) cuenta con la colaboración del productor Vicent Colonques. A 'L'estudi' hay que agradecerle que convierta a los músicos en protagonistas (normalmente en la tele son comparsas o relleno) y que haga de la diferencia y de la diversidad cultural un valor.
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Muy recomendable y necesario es también 'Assumptes Interns', producido por Sunrise Pictures y El Terrat y presentado por Pere Aznar, que ha venido a enseñarles a los valencianos lo sano que es reírse de uno mismo. A veces estamos un poco de faltos de esto por aquí. El espacio no descubre nada nuevo (habla de los hábitos y tópicos de esta tierra) pero lo presenta en un envoltorio atractivo, lo dota de ritmo y de mala leche y el resultado es un magacín bastante ameno. No cae en la autocomplacencia ni abusa de victimismos, no tiene complejos y no teme herir sensibilidades. Sólo así se consigue sacar adelante estos formatos de humor que ya habíamos visto en emisoras autonómicas como TV3 y ETB pero que por aquí habían sido escasos. O por lo menos no se habían hecho con la libertad necesaria (por temor a enfados y represalias). En este sentido también es llamativa la diferencia que ha experimentado la tira cómica 'Açò es un destarifo', heredera del 'Socarrats' y del 'Autoindefinits' de Canal 9, que ha ido más allá que aquellas, incorporando temas políticos y sociales que antes no se podían tratar en la emisora valenciana. Ojalá sigan en esta línea.
En el repaso de los aciertos de À Punt hay que hacerle un hueco a las conversaciones sosegadas de Ricard Camarena en 'Cuineres y cuiners', cuya intención es trascender de lo de programa gastronómico para proponer un espacio que, a través de la cocina, descubre perfiles anónimos valencianos, rincones, costumbres y algunos otros aspectos. Todos ellos planteados en buenas mesas o fogones, eso sí. Qué bien elegida está la música en este caso, las localizaciones y los grafismos. Y hablando de conversaciones no me gustaría dejar de señalar la que mantuvo, sobre la importancia del aspecto físico, Irene Rodrigo con Neus Gregori en el espacio 'Una habitació pròpia' a propósito de 'La metamorfosi' de Kafka. Hablar de libros es hablar de la vida misma, al fin y al cabo.
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À Punt se dejó ver por primera vez, a las 14.30 horas del domingo 10 de junio. Adelaida Ferre y Vanessa Gregori saludaban a la audiencia de la recién estrenada emisora. No fue casualidad que lo primero que viésemos fuese un informativo, sino un indicativo de que esos espacios iban a ser eje principal de la parrilla. No es mala elección. Pero más allá del fondo es importante guardar y cuidar las formas. Lo cierto es que un primer vistazo a ese informativo hacía dudar al público si no habría sufrido una regresión a 1995. Un planteamiento demasiado convencional (la distribución del sumario, la fragmentación de las secciones…) y una estética poca atractiva o moderna (el decorado elegido, la iluminación, los grafismos) no ayudaban a hacernos idea de que estábamos ante una tele nacida en 2018, a la que se le presupone ambición para narrar de modos diferentes y en la puesta en escena. Dicho esto, por el momento las escaletas están siendo impecables. No se evita ningún tema y se trata de ser lo más equilibrados posibles. A ver si un mayor riesgo en el planteamiento de los temas y un envoltorio más bonito (solo deben tomar nota de la estupenda factura de algunos programas de noche que ya hemos señalado) le ayudan a convertirse en referentes.
La decisión de los servicios informativos más discutida, no obstante, ha sido la de no emitir ningún especial en directo a propósito de la llegada del Aquarius. A pesar de desplazar hasta el puerto de Valencia a un buen número de profesionales no se realizó ninguna conexión hasta el mediodía, algo que ha sido criticado desde diferentes ámbitos sociales y por parte de partidos tan diferentes como Ciudadanos o Podemos.
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En un principio se aseguró que faltaban medios y más tarde se adujo que los responsables de los informativos no consideraron que se necesitase mayor cobertura, pese a tildar el acontecimiento de 'extraordinario'. Y se emplazó a un programa que se emitió una semana después. Los tiempos y los ritmos de la tele (o mejor dicho, de los consumidores de medios de comunicación) han cambiado mucho y es necesario adaptarse a ellos. Resulta extraño. No pasa nada por reconocer errores y más cuando se está empezando. Pero no se ha optado por esa vía.
Existe una sensación de falta de reacción en la emisora y es algo que resulta más evidente en los magacines diarios. Están ideados como contenedores algo indefinidos y demasiado amplios, en los que cabe de todo, pero a través de secciones muy compartimentadas (a la antigua usanza). Esto provoca que, sobre todo en el de la mañana, cuando salta una noticia relevante que merecería buena atención (y en los últimos días ha habido unas cuantas) les cueste centrarse en ella y dar buena cuenta de ella. Al punto que se han conocido sentencias jurídicas determinantes y en À Punt en vez de analizarlas a fondo se ha optado por seguir con temas de salud o de fiestas. Falta rodaje y margen de maniobra, de eso no hay duda. Y hay que darles tiempo para que hallen su propia identidad. No obstante deberían huir de rellenos innecesarios (hay temas que no dan de sí y se ocupa media hora en ellos) y de tertulianos que hablan de todo (una tendencia muy de La Sexta) y apostar más por los profesionales y especialistas de cada materia. Son programas con presupuesto bajo y muy largos y es lógico que estas sean las consecuencias. Tampoco estaría mal darle una vuelta al horario del matinal. A las 11 de la mañana, cuando empiezan, el resto de cadenas ya han vendido todo el pescado del día.
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Son estas las primeras impresiones de una programación que tiene el objetivo y el deber de atraer a los valencianos, algo que por el momento es difícil de calibrar porque no existe ningún dato de audiencia. À Punt no ha contratado los servicios de Kantar Media, la única empresa que controla el rendimiento de medios y lo hace midiendo audiencias convencionales (con los famosos audímetros) pero también el consumo en diferido y el impacto en redes. No hay excusa para no entrar a formar parte de este juego. Lo contrario es jugar a ciegas, porque no hay más ciego que el que no quiere ver.
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