Borrar

VICENTE VERDÚ

Marcador dardo ·

MIQUEL NADAL

Lunes, 27 de agosto 2018, 09:42

Si se hiciera una taxonomía de la población interesada por el fútbol sus extremos estarían ocupados, de un lado, por aquellos que estiman el fútbol como un espectáculo (son «los espectadores») y, de otro, quienes lo viven como ceremonia-acontecimiento (son «los forofos»). Entre estos lindes habita la larga especie del aficionado». Es el primer párrafo del libro de Vicente Verdú, El fútbol: mitos, ritos y símbolos. Alianza Editorial. 1980. Tiene casi cuatro décadas, y continúa siendo de una violenta iluminación sobre la tensión entre el fútbol como mercancía, y el fútbol como liturgia. Dos años antes de que Javier Tebas figurara como delegado provincial de las Juventudes de Fuerza Nueva en Huesca, la aparición del libro, un clásico de una belleza y un amor apasionado por este deporte sirvió de faro para iluminar el territorio ignoto del fútbol analizado desde la cultura. Los raritos que maridábamos lecturas y Mestalla, tuvimos un texto que sirvió de amuleto para despejar dudas. Como todos los clásicos es de una actualidad sorprendente que incluso asusta. Después Vicente Verdú se dedicó a otras materias, en las que siempre destacó por su capacidad e intuición intelectual, Premios Nacionales de Periodismo y de Ensayo incluidos, pero nos dejó un material con el que a veces hemos revestido de una cierta dignidad las tonterías que hemos escrito. Fue pionero y explorador, legatario de un mapa del territorio simbólico del fútbol. Abierto al azar, sobre cualquier página, siempre hay un diagnóstico, una intuición, una comparación con el presente, una profecía en aquel lejano 1980 de Kempes, Neskens o Cruyff, y la influencia del mundial de Argentina de 1978. Mi ejemplar, de 1988, desvencijado, con la cubierta fatigada, me costó 240 pesetas, y me ha acompañado en todas las mudanzas. Ha conocido todo tipo de estanterías. Cada vez que ha sido necesario distanciarse del mundo de tópicos, de las plataformas de retransmisión del fútbol, hemos revisitado las reflexiones de Verdú, que servían para fijar la mirada sobre el intercambio de las camisetas, el delegado de campo, la crónica futbolística o esas excelsas páginas sobre la muerte del fútbol, escritas hace casi cuatro décadas. Ahora Javier Tebas, y esos presentadores de camisas entalladas, son protagonistas en primera persona de la victoria del espectáculo y la nadería, del fútbol es así. A todos los memoriosos, los lagrimitas de los colores, la liturgia y la representación, nos queda Verdú. Hay personajes y tendencias que solo se mantienen por la tiranía del presente. Alejado el foco solo queda su espantosa vulgaridad. Cuando Tebas, y todo lo que representa ese mundo, no sea más que pasado, y se haya agotado todo el dinero de los derechos televisivos y los traspasos, siempre quedará un hijo, un sobrino, un nieto, que de repente descubra en una estantería, en una librería de viejo, o en el rastro que el fútbol es algo más que el hecho de que jueguen once contra once. In memoriam.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias VICENTE VERDÚ