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Un día camino a casa vi a un hombre, ya talludito, en medio de un jardín moviendo el móvil como si cogiera moscas. A sus cuarenta y largos años estaba allí, a las dos de la tarde, cazando Pokémon. Mi asombro no salía de su asombro. Pero la fiebre por este juego sufrió el mismo final que los spinner o el cantante del Gangnam Style. Desapareció más rápido que apareció. Esperaba que fuera para siempre. Pero un acto heroico ha devuelto al primer plano al videojuego de realidad aumentada. Sí, aún quedan jugadores. Nada menos que un hombre dejaba a su hijo de cuatro años en casa, sin el cuidado de nadie, para irse a hacer la compra. Ya con esto sería suficiente para que le retiraran la custodia. Aunque hay más y peor. El sujeto, François Molins, de 37 años, sacó su móvil ya cargado con las bolsas y tuvo el antojo de ver si por allí cerca pululaba algún personaje de la saga Pokémon. Para los no iniciados, hay que recordar que estas figuras se esconden en ubicaciones del mundo real y hay que luchar con ellos, lo que implica desplazarse físicamente por las calles de la ciudad para progresar. Y esto hacía el padre francés mientras su hijo se encaramaba al balcón con el riesgo de un viaje al vacío. Es más, el pequeño llegó a caer un piso y se quedó suspendido en la barandilla del balcón. El vecino de esa vivienda se asomó impresionado y agarró el brazo del niño, mientras el Spiderman de Mali, Mamoudou Gassama, ya escalaba el edificio para salvar la vida del renacuajo. El valiente trepador es un indocumentado que recibirá la nacionalidad francesa tras reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron. Este episodio retrata la sociedad. Valerosos que se juegan la vida por otros e irresponsables que juegan con la vida de otros. Llegan hasta a olvidarse de su hijo por una aplicación de móvil. Siglo XXI.

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lasprovincias UN HÉROE Y UN IRRESPONSABLE