Paella con ciencia
Arsénico por diversión ·
Lo deseable es que la ciencia esté presente en el entorno más popular para que despierte vocacionesArsénico por diversión ·
Lo deseable es que la ciencia esté presente en el entorno más popular para que despierte vocacionesA pedir perdón. Es la letanía con la que algunos están terminando sus explicaciones por una broma, por una declaración inoportuna o, como en el último caso, por una campaña publicitaria con mala pata. En esta ocasión se trata de la ya retirada campaña de la Fundación Jaume I con la que intentaba hacer ver que España debería ser conocida también por su Ciencia y no solo por sus manifestaciones culturales más populares: el flamenco, las tapas, la paella o la siesta. En sus carteles, esas palabras aparecían tachadas con la intención, según declara el responsable de la agencia, Risto Mejide, de erradicar los tópicos sobre nuestro país y relacionarlo con el avance científico. Sin embargo, no lo entendió así el cantaor Arcángel que se quejó en Internet y muchos otros que se sumaron a esas críticas.
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Sin duda, el fondo de la campaña es interesante. Ojalá decir «España» fuera decir Ciencia, Saber e Investigación. Lo es en muchos campos, tal como demuestran los propios premios Jaume I año tras año, pero queda demasiado por hacer. El error de la campaña es doble. Por un lado, la negación y, por otro, el desnivel. La negación es el principal problema. Si en lugar de tachar, hubieran añadido la Ciencia a una lista de grandes símbolos nacionales, la percepción habría sido distinta. Sería sumar, no restar. Es extraño que el equipo de un experimentado 'vendedor' de imagen no tenga presente la importancia del mensaje positivo frente al negativo. Es más, la campaña sería mucho más potente si unieran todos esos grandes conceptos que representan a España con la Ciencia. Detrás de las tapas y de la gran gastronomía hay análisis, estudio, experimentación y ciencia. No solo en la cocina molecular de Ferran Adrià sino en todos los pucheros. Detrás de la siesta, como nos recuerdan a menudo los expertos, hay ciencia que nos indica las bondades del descanso, del sueño reparador y de una vida más 'slow' frente al estrés cotidiano. Detrás del flamenco y de toda la música y el arte, hay un dominio de la armonía, de la voz, del ritmo o de la técnica que ayuda a proyectar, a hacer vibrar y a poner la piel de gallina. Y detrás de la paella... ¡Qué decir de la paella y su equilibrio de nutrientes que la convierten en un plato completo con hidratos, proteína, fibra y la cantidad justa de grasa! El segundo error es, tal y como ha señalado acertadamente Pere Fuset, la contraposición entre lo popular y lo elitista.
La paella o las tapas entran en los mejores restaurantes. El flamenco, en los grandes escenarios y la siesta, en empresas punteras de Japón, aunque allí se le llame 'inemuri'. Lo deseable es precisamente lo contrario: que la Ciencia esté más presente en el entorno más popular para que despierte vocaciones y deje de contemplarse como una tarea de los empollones de la clase. No menos tópico sino más ciencia y, sobre todo, que el saber es la mejor arma contra todo tópico simplón.
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