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La historia no es nueva, podríamos recordar los ascos que la Alianza Popular (que se transformó en el Partido Popular) le hacía tanto al Palau de la Música como al IVAM cuando el Ayuntamiento de Ricard Pérez Casado o la Generalitat de Joan Lerma -socialistas ambos- los impulsaban, y el fervor con que los acogió cuando de la oposición pasó al Gobierno, primero en el Consistorio (1991) y posteriormente en la Administración autonómica (1995). Por no hablar de las propias dudas de los conservadores con el inicial proyecto de Ciudad de las Ciencias y sus objeciones hacia el arquitecto, Santiago Calatrava, pese a que por entonces ya era un profesional de indudable prestigio internacional pero al que convencieron para que se sumara a una campaña de recogida de firmas entre intelectuales que alertaba ante una posible victoria electoral de la derecha y ensalzaba los logros y la gestión de la izquierda en el poder. De aquella repentina conversión de los populares a los logros socialistas hemos pasado a la caída del caballo del tripartito con la Ciudad de las Artes y las Ciencias. No hace tanto tiempo, desde Esquerra Unida se ponía en marcha una página web (calatravatelaclava.com) dedicada a denunciar incumplimientos, errores y caprichos del genial arquitecto de Benimàmet. Pero Calatrava, ahora con el tripartito, se ve que ya no te la clava. Es más, según un estudio del Instituto Valencianos de Investigaciones Económicas (IVIE), la repercusión económica del complejo supera los 110 millones de euros al año. Los autores del informe aportan un dato crucial: el 60% de los visitantes consideran esencial este hito arquitectónico para decidirse a visitar Valencia. O dicho de otro modo, si no estuviera no habrían venido. Este argumento dejará fríos a los militantes del neoruralismo ultranacionalista, que piensan que Valencia debe ser poco más que la capital de una comarca agrícola (aunque ninguno de ellos se dedique a doblar el espinazo recolectando cebollas y lechugas), sin el menor atractivo turístico, sin eventos de renombre y con dedicación especial a los mercadillos de fruta y ropa. Pero es incuestionable que en la historia reciente de Valencia y en su evolución urbanística hay tres grandes hitos: la transformación del viejo cauce del río en un jardín que recorre todo el caso urbano de Oeste a Este; la conversión de la dársena del Puerto en un espacio de servicios y ocio para los ciudadanos; y la construcción de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con sus luces y sus sombras, sus excesos (que los hubo, y muchos) y sus sobrecostes presupuestarios.
En tres años pasamos del calatravatelaclava al calatravategeneramásde110millonesdeeurosalaño. Un nuevo episodio de lo que cambian los políticos de la oposición al Gobierno.
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