Urgente Duque de Gaeta-Pobla de Farnals vuelve a lograr el Ninot Indultat infantil

La noche electoral del pasado domingo nos dejó algunos pasajes esperpénticos que pueden resultar muy útiles como brújula que sirva para orientarnos en un futuro casi inmediato que viene cargado de citas con las urnas. Porque si ya es difícil entender la euforia de un PP que va a gobernar con su peor resultado o la propuesta de Ciudadanos para que voten como presidente al candidato del partido que ha quedado en tercer lugar, lo que alcanza niveles dignos del sainete es que Susana Díaz salga a hacer un llamamiento para parar a la ultraderecha a todas las formaciones constitucionalistas, cuando su partido, el PSOE, está en estos momentos en la Moncloa gracias al respaldo que le han ofrecido y le siguen prestando siglas abiertamente independentistas y rupturistas (Esquerra, el PDeCat o Bildu), nacionalistas/soberanistas (PNV y Compromís) y contrarias al por ellos denostado «régimen del 78» (Podemos), que se proponen derribar, empezando por el Jefe del Estado. ¿De qué lealtad constitucional y con qué derecho hablan Susana Díaz o José Luis Ábalos, militantes de un partido prisionero de secesionistas, batasunos y antisistema? El problema, como siempre, es que unos tienen bula y los otros no. Los que no dudan en tildar a Vox de extrema derecha no se atreven a englobar el partido de Iglesias en la extrema izquierda. Y no será porque no les da argumentos el líder carismático de la formación morada. El domingo era fácil imaginarlo acudiendo a su lujoso chalé en las estribaciones de la sierra para despedirse de su pareja y de sus hijos y con el fusil al hombro marchar rumbo a las montañas cual aguerrido guerrillero combatiendo la feroz dictadura de turno. En su alegato antifascista tan sólo se olvidó citar un pequeño detalle y es que el resultado electoral es fruto de la soberanía popular, es decir, lo que han querido libremente los andaluces. Vamos, la dichosa democracia, ese sistema que a un comunista como Iglesias sólo el interesa cuando salen los suyos, no cuando se vota a los otros, al enemigo.

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Lo peor de todo para la izquierda española, tanto la democrática como la que va demostrando que no lo es, es que no hay interés por su parte en sentarse a analizar la razón de un fracaso, no hay intención alguna de asumir que la coalición con independentistas y nacionalistas en unos momentos de enorme preocupación nacional entre los que se sienten españoles y no tienen vergüenza en reconocerlo les ha perjudicado gravemente. Por mantenerse en el poder, Sánchez está dispuesto a continuar como sea y con quien sea. Y con tal de intentar derribar el régimen del 78, Iglesias es capaz de seguir caminando de la mano de quien les llevan directo al abismo de la irrelevancia y del extremismo más radical y sectario.

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