A los niños se les llama nativos digitales lo cual nos causa confusión, y nos puede llevar al error de pensar que saben más que los adultos por su celeridad con los botones. Que el triunfo de los nuevos dispositivos esté en que no requieran manual de instrucciones, por su sencillez, es un mérito de ingeniería y diseño, no de la educación. Porque lo complejo de los aparatos no está en lo táctil sino en la letra pequeña de los términos y condiciones de uso. Todo lo contrario, los niños requieren ser educados en la tecnología, tanto en su faceta de herramienta transversal en el resto de saberes como en su rasgo ético. Los padres y las escuelas transmitimos valores y es hora que también conquisten lo digital.
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La conselleria anunció ayer la creación de una nueva optativa para la ESO denominada Cultura Digital con la que se pretende «prevenir y combatir el ciberacoso y hacer un uso consciente y seguro de las redes sociales entre el alumnado», dice la Administración, y también para «desarrollar capacidades para el futuro del mundo laboral en la era digital» y para saber «detectar contenidos falsos». En síntesis, una optativa que recoge los retos educativos del mundo digital: convivencia, valores, habilidades profesionales y nueva alfabetización. Y todo eso, en inglés.
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Con esta propuesta, la conselleria sigue cierta tendencia de las administraciones educativas de convertir en optativa aquellos focos sobre los que centra su mirada. Por ejemplo, Madrid puso en marcha este curso tres nuevas asignaturas para «fomentar la convivencia, para promover la creatividad y el emprendimiento entre los alumnos» de Primaria. Canarias fue la primera en convertir en obligatoria la educación emocional. Valencia, en su día, implantó el chino, que desde 2011 también se imparte en Andalucía. Y así.
Ahora lo que plantea la conselleria viene a ser una Educación para la Ciudadanía Digital que se propone impartir en inglés. Esto, que en su día causó tanta guasa con Font de Mora y ahora parecerá tan oportuno por la única distinción de los proponentes y no de su objetivo. Pero esto es entrar en los artificios de la comunicación política, porque entonces y ahora, estas asignaturas pueden ser óptimas para ser impartidas en lengua extranjera pues permiten más la práctica lingüística del alumno que no la adquisición de contenidos instrumentales. Es un tema menor la aparente contradicción entre una ley plurilingüe que promueve proyectos lingüísticos creados desde la autonomía de los centros y la rigidez en cuanto a lengua de impartición de esta propuesta.
Esta asignatura es una optativa, pero sus contenidos cada día deben estar más presentes en su aula. Para todos los alumnos, para todas las asignaturas. Son ideas complementarias. Prevenir el acoso sin incluir el riesgo de las redes sociales no es completo. Cualquier centro ya propone deberes cada vez más digitales o tecnológicos. En lengua, trabajar las competencias de comprensión y expresión dejando de lado lo audiovisual y digital es educar en tiempos de la imprenta. Es una obligación legal formar a los escolares en competencia digital.
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De hecho, en la Lomce se incluyeron específicamente estos conocimientos y habilidades entre las competencias del profesorado y existe en la actualidad un Marco Común de Competencia Digital Docente. Como en el caso de los idiomas, la digitalización de las aulas avanzará al ritmo de la formación del profesorado.
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